miércoles, 28 de enero de 2009

Josef y Ciudad Libertad (Part 12)

-Quisiera ver al director- Soltó sin más a una asombrada secretaria que se le resbalaban las gafas de aumento por el sudor de la nariz en un sitio a 32 grados y con poquísima ventilación.
- ¿tiene reunión con el?
- no, solo quiero hablarle un momento.
- Ehhh…… - El titubeo produjo unas vibraciones tan extrañas como la situación que estaba creando Josef al ir a preguntar sin más por el director de Ciudad Libertad, centro estudiantil del oeste de La Habana.
- Bueno, espera aquí un momento que le aviso ¿eres familiar?
- Nop…
- ¿Es por algo de notas?
- Nop!
- y… ¿me puedes decir para que es?
- Si…quiero estudiar.
La humilde secretaria lo miró más raro todavía. En esas latitudes era difícil encontrar a un muchacho de 18 o 19 años intentando estudiar, era realmente raro. Se sumergió en las oficinas y no tardó nada en salir invitando a pasar a Josef. Mas personas de la que trabajaban en el sitio salieron lo mas discretamente que pudieron a mirar a tan extraño ejemplar. Josef ignoró a todos, fue directo a la puerta que un día fue blanca y tenía un agujero en el sitio del picaporte muy grande donde además se podía ver que el mobiliario interior eran las mismas mesas de escuela solo que un poco mas cuidadas y sin los carteles propios del arte rupestre estudiantil.
- Buenas, soy Carlos, cuéntame. – el director le dio la mano a Josef con todo protocolo de respeto y educación, lo invitó a sentarse y tomó el también una de las sillas de madera del lúgubre sitio que hacía de despacho. Pasaron unos incómodos minutos antes de que Josef empezara a hablar. ¿Como explicar que no había estudiado casi nada en su vida?, que se había escapado de casi todas las escuelas, que ninguno de sus padres podían con el y que la misma vida, la misma jodida vida que tenía de pescador en el mar le había aconsejado bajo pena de muerte que hiciera algo en la tierra. ¿Como decirle que estaba cansado de ser casi un pez?, que quería caminar, que quería adaptarse, ser casi como los demás e incluso poder conversar con alguien de la tierra y menos con los pensamientos propios. Tejió en pocos segundos la forma de decirlo, más o menos de manera que pudiera entenderse y no pareciera raro como para que le llamaran una ambulancia en el mejor de los casos o la policía.
- Quiero estudiar…. No he estudiado nada en mi vida. Me la he pasado pescando, estoy cansado de ser un pez, quiero caminar, quiero adaptarme, quiero ser casi como los demás, quiero conversar con alguien de la tierra y menos con mis propios pensamientos. Mis padres no han podido hacerme estudiar pero de hace un tiempo a esta parte yo he creído que es necesario y por eso quiero aprender algo que me permita vivir sin meterme en el mar la mayor parte de mi vida, quiero aprender un oficio.
A Juzgar por la cara del director parecía que este día prometía, que no iba a ser un tedioso día de miles de ir a trabajar, rellenar y firmar papeles, de hablar con algún alumno rebelde o conflictivo y darle la misma charla que le tenía asegurada a todos por defecto. Josef, a pesar de haberse aparecido de la nada con un historia rara daba buena impresión, así que sin pensarlo siguió adelante tratando de apoyar la rara petición sin siquiera pensárselo un segundo. Era raro, muy raro pero a la vez reconfortante ver que alguien tenía ánimos o energía para empezar, era como las sonrisas que se dan en los sitios tristes u olvidados que brillan el doble.
- ¿Y… que quieres estudiar mijo?
- Chapistería. Me han dicho que eso da dinero y se puede sobrevivir de eso…
Sobrevivir. Sobrevivir era una palabra a la orden del día. Una clave que abría puertas. Una puerta que hermanaba o enemistaba personas en estos tiempos que corrían. El director levantó el auricular de un viejo teléfono negro que parecía estar allí desde que ese sitio era un cuartel militar de gobiernos anteriores.
- ¿Javier? Me hace falta que vengas un momento…..si ahora..Te espero.
¿Josef me dijiste que te llamabas?
- Si, Josef.
No entiendo bien que quieres, en todo caso tendrás que esperar a septiembre, no puedo matricularte ahora además tienes que traer..
- No quiero matricularme, ni notas ni nada de eso. Solo quiero ir a las clases y aprender.
Javier entró por la puerta, era el profesor de chapistería. Tendría poco mas de 30 años y cuando el director le contó se quedó también un poco perdido. Miró a Josef de arriba abajo varias veces para asegurarse que no era algún tipo de psicópata o algo por el estilo pero para asombro de Josef asintió sin pensarlo más.
- ¿cuando quieres empezar?
- ¿mañana puede ser?
- Si, las clases empiezan las ocho en punto.
- Pues mañana a las ocho estoy aquí, gracias, muchas gracias.
Tomó su bicicleta 20 que recién le había comprado a algún sujeto de su barrio y se fue a casa sin mirar atrás. Javier y Carlos se le quedaron mirando hasta que se perdió por las puertas de la escuela gigante. Después se miraron entre si, aun sin salir de su asombro y sin comentar nada cada uno se fue a su sitio. Hoy...el día prometía.