jueves, 26 de febrero de 2009

No mezclar Ron con limón

Algunas personas se alimentan del pasado. Yo por ejemplo. No engorda. El pasado NO es una animal que tu matas y te comes, no. Tampoco es una planta que cortas y una vez consumida muere para siempre. No es algo que haya que replantar, regar o cuidar porque existe por si solo y se regenera aun en contra de la voluntad del que lo sufra o lo disfrute según sea el caso. Genera la misma polémica que las demás cosas humanas o terrenales como el amor, la guerra o la evolución. Está unido en una relación enfermiza a la memoria. Uno no puede existir sin el otro, son complementos que a su vez por si solos también son capaces de actuar sobre los estragos o los logros de la vida de cada cual. A pesar de todo lo anteriormente dicho, el pasado es como un animalito que a veces te mima, o te hace reír. Recordar los viejos tiempos, o no necesariamente buenos te puede ayudar en un día tedioso ó monótono. Cuando vives en un sitio seguro. La memoria te puede enseñar quien eres, cuando te quejas de que tu teléfono móvil de ultima generación no le caben tantas canciones Mp3 como quisieras, o de tu flamante carro que no tiene la potencia de el de al lado para que no te adelante esos escasos segundos en los que queremos salir primero de un semáforo para no ir a mas ningún sitio que un monótono trabajo donde no eres nada mas que una absurda herramienta. Es un buen momento para echar mano de la memoria, pensar que una vez reímos sin nada. Recordar que el mar era nuestra única pregunta y fin. Que ver un pez saltando daba suerte para ese día y la ilusión de conseguir un amor prohibido era la meta más imposible que teníamos. Nuestras metas ahora son otras. Metas que no están en nuestras manos ni en nuestra palabra, que las tenemos por seguir la corriente a una sociedad que te exige eso. Tener metas, mientras más grandes mejor. Incluso las imposibles metas materiales de las que se alimentan muchos. Por eso no me adapto, y me gusta no adaptarme. Ningún tiempo pasado fue mejor, solo que el actual es diferente. Hay palabras que te hacen pensar….

Estimado Yoyi:
Veo que con frecuencia te embarga la nostalgia que se agudiza cuando uno está lejos de su tierra y de su gente y lo comprendo. Sin embargo hay que impedir que las cadenas de esos recuerdos no sean un lastre que te impida vivir el presente con plenitud sin perder la esperanza en un futuro mejor...
Un abrazo

Hay personas que navegan sobre la razón, el pensamiento y la experiencia. También cualquier día es bueno para cambiar. Cambiar es el principio de las cosas nuevas ya sean buenas o malas. Quizás es lo que necesito para ver el sitio donde vivo de manera diferente.

Quizás ha llegado un momento de hacer cosas distintas, mirar al suelo, al cielo. Ninguna vaga esperanza de vivir tiempos hermosos y simples va a volver porque es matemáticamente imposible. Quizás debo fijarme en los techos de Madrid o en las calles de la hermosa Barcelona, en los prados de las sierras de Ávila o en los hielos de la inmensa cordillera pirinea. Creo que ha llegado el momento de estar aquí. Después de más de 7 años, estoy viendo venir un alma que debe ser la mía. Se cansó como todos de esperar que las cosas mejorasen en mi sitio natal. No va a ser por ahora y se iba a morir sin fe, sin tierra y sin mi, así que quizás por eso ha venido. No hay nada que disculpar. Aquí estamos, no valemos para cambiar las cosas porque en principio no nos ponemos de acuerdo para nada, somos rebeldes inútiles. No se puede responder a una coz con una coz y es lo que venimos haciendo generacionalmente por siempre. No sé. Cuando pasan muchos años y no se llega a ningún sitio quizás uno deba cambiar de rumbos, este que llevamos quizás navega por el borde de ese disco que es la tierra y que algunos por educación piensan que es redonda. Hoy es un día raro. Como siempre estoy diciendo y pensando cosas que quizás nunca voy a hacer, pero no está mal darle vueltas a la chola, olla, bola, cabeza o como quieran llamarle. Mañana no he dicho nada. Esto no ha valido de nada, era solo un pensamiento.

viernes, 20 de febrero de 2009

Aquellos sitios de juegos (part 02)


Otro gran sitio de juegos. El parque Almendres. ¿Quien no fue a este sitio a alquilar botes en su tiempo? a buscar un sitio apartado, silencioso, con un misterioso río que corría en silencio cómplice de lo que estuvieras haciendo. También era buen sitio para estudiar, para leer. En la sombra de sus árboles me leí las colecciones de Julio Verne, Emilio Salgari, Jesus Díaz, Eduardo del Llano, los libros de historia, etc. ahí en su momento, vendían yogurt de sabores de esas botellitas de cristal de cuarto de litro que ya no se ven, bombones a doce pesos la caja (carísimos) 5% de un salario medio. y en periodo especial cuando todo estaba completamente paralizado había una pizzería tan oculta que se podía ir a comer pizzas sin colas y nadie lo sabía. Recuerdo que la descubrí por el olor, estaba al final, colindando con el bosque de la Habana y no me lo quería creer, se rumoreaba que en realidad era el uso por cuenta propia de un sitio del estado. acuerdo que se estilaba mucho en aquella época cuando los administradores no querían cerrar por reparaciones eternas sus cafeterías estatales que tanto dinero daban aun mas en la gran crisis por al que se estaba pasando. El golfito era un sitio de risas y reuniones, era tan simple que el reto era emborracharse y jugar entonces para agregarle emoción a la cosa. Por las noches era un sitio de miedo, de mitos e historias. A veces nos quedábamos hasta tarde contándonos terribles historias de miedo y después no había valor de ir solo hasta casa. yo recuerdo que aunque fuese en dirección contraria, para ir a mi casa subía de nuevo a la calle 23 que era mas céntrica y después bajaba por 26 o 24 según fuera la iluminación con las historias de aparecidos frescas aún en la memoria. Buen sitio, buen recuerdo.


De Mario Benedetti.....

lunes, 16 de febrero de 2009

Aquellos sitios de juegos (part 01)

Hace poco volví a este sitio. Es la Isla Japonesa del 1830, sitio que en el pasado fue casa del ministro de obras públicas de Cuba Carlos Miguel de Céspedes. De pequeño me colaba saltando varios muros con toda la pandilla del barrio para jugar en este sitio para nosotros misterioso y acogedor. Correr por sus túneles y pasadizos perseguidos por el que le tocaba era emocionante. Jugar a las espadas en el borde del puentecillo y el que se cayera al agua perdía, tomar por asalto la fortaleza cruzando a nado el foso de mar que la rodea y enfrentado a una feroz tribu de niños de otro barrio a pedradas en las cuales a más de uno hubo que darle puntos, era lo mejor de la época y el sitio. Hace poco volví y todo es pequeño, silencioso. No por eso el mar infinito deja de hacer su música contra las piedras coralinas colocadas cuidadosamente por artistas japoneses de la arquitectura. De ahí su nombre. La isla Japonesa del 1830.

 Años después, un buen sitio de pesca, también un buen sitio de amor con las novias del barrio y única manera que la visitáramos de noche dado el miedo que le teníamos y la mitológica historia de que ese sitio por las noches se hundía y resurgía cada día al amanecer, se que no es verdad, pero en cada mañana de sábado cuando podíamos acudir a tan hermoso lugar se veían en todas las piedras un goteo intermitente, salían pequeños cangrejos de todos lados y había un fortísimo olor a mar y a algas. Olor que me trae miles de recuerdos de toda una vida.
 En los 90s se convirtió en un sitio en dolares y entonces si que no pudimos acercarnos más los chicos del barrio, ya no lo cuidaba el viejecillo que le daba de comer al mono que estaba encerrado en una jaula y se enfurecía cada vez que pasábamos tirándole cuanta cosa nos encontráramos en el camino, ahora lo cuidaban gente uniformada con armas y walkies. Era un reflejo de todo, dólares, prohibiciones, uniformados. 
Esta ultima vez que fui, yo tenía dolares, pude pasar, me quedé atónito como el señor que tanto me persiguió con palos y piedras para echarme del sitio fue el mismo que me sirvió la cerveza amablemente. 
- ¿recuerda unos niños que le tiraban cascaras de mango al mono y se tiraban al mar cuando usted los perseguía? - le pregunté sin mas. 
- El mono murió hace veinte años - dijo sin inmutarse - y esos niños, están intentando venir a molestar todos los días, a todas horas. 
Filmé lo más que pude para llevar conmigo esa parte de mis recuerdos (como siempre hago) y al salir vi a los niños, en short de escuela, rotos, desteñidos, a piedras contra las matas de uvas caletas expoliadas por los pequeños nativos, tratando de subir al muro, tratando de entrar a a fortaleza de los dolares
 - ahí en la orillita hay un pedazo de andamio - le dije a uno que me escuchó con extrañeza - si lo pones en el muro ya saltas. 
Malas ideas, malas ideas. todos entraron y en menos de un segundo mi mente se fue con ellos, correr descalzo, sin mas ropa que un short corroído por el salitre y las piedras, a gritos, a veces es un alivio para la memoria.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Sabiduría

Los heroes que se van yendo de la memoria......

Mi Isola está plagada de héroes, héroes grandes, héroes anónimos. Gente que con el decursar del tiempo y la vorágine de la vida diaria vamos olvidando poco a poco como esa mancha de café en el mantel de nuestras madres que se va borrando, no por el detergente sino por el cansancio. Hay héroes en todas las esquinas, en todos los sitios, en todos los tiempos. Para mí, son irremplazables en la vida. A través de ellos aprendí a decir verdad, a soñar, a luchar por los sueños por muy utópicos o desalmados que sean y suelen serlo, no hay otra forma de llamar a los sueños mas que con estas palabras que para algunas personas pueden ser una ofensa. Los héroes están por lo general enfermos de sueños y en casos mas graves hasta de esperanza. La vida los lleva por los caminos mas duros y a veces hasta suelen comportarse como todo lo contrario, quizás por modestia, quizás por costumbre o porque la mayoría de las veces ellos mismos no saben que son héroes de alguien. Desde que tengo uso de razón ellos van pasando poco a poco por mi memoria hasta que se van, por eso intento que algunos se queden para siempre. Lo peor es que quizás en momentos en que estuvieron enfrente de mí, ni siquiera reparé en ello, lo vengo a pensar ahora, cuando ya no están. Cuando el tiempo y la situación me llevan a aferrarme a no olvidar las cosas que me han hecho como soy porque no quiero ser como el sistema donde vivo, pretende que yo sea. Quiero ser como nací y para eso debo asistir a mi pasado casi todo el tiempo, es eso lo que nos hace un poco humanos.

De pequeño no había juguetes en ningún sitio y los padres a veces se echaban en cara a si mismos una carestía tan penosa como esa, ya que quizás otra cosa no, pero los niños en cuba, los hijos, suelen ser sagrados. Es normal ver a una madre no comer o no vestirse por darle de comer a sus hijos, es normal ver a un padre recorriendo muchos kilómetros por conseguir algo de proteínas para sus retoños, además es un acto de orgullo, es una costumbre cubana y de ahí vienen muchos héroes. Uno de los juguetes mejores que tuve en todos los tiempos fue un fusil de madera que hizo mi padre a golpe de serrucho, lija y pintura, por desgracia como éramos dos había que pintarlos diferentes y se pintó con lo que se pudo, el de mi hermano azul claro y el mío era rosado. No daba ni una pizca de respeto aquel fusil, en los juegos.

Cuando “mataba” a alguien este nunca se moría, ni siquiera se inmutaba con los decibelios de las ráfagas mezcladas con saliva pulverizada que salía de nuestras bocas. Pero ese era mi juguete, el que me hizo mi padre, el mejor del mundo. Aunque fuera rosado, me duró casi hasta el día de hoy. Ahora en mis manos es muy muy pequeño y ya no es rosado, las capas de plywood que ha ido soltando lo han dejado en un desvencijado e irreconocible pedazo de madera contrachapada.
Un día andaba por ahí, no me acuerdo con quien, ni como. Solo que vi doblar por la esquina de un barrio destrozado y lleno de baches un pequeño autobús, tan pequeño como la caja de un refrigerador antiguo, con pequeñas rueditas y eso si, atestado de niños. Niños y más niños corriendo detrás del curioso artefacto esperando su turno. Por desgracia los detalles se me han borrado, creo que incluso a manera de broma delante llevaba un rotulo que decía (leyland) que era la marca de unos antiguos autobuses que corrían por las calles de Cuba, eso si, recuerdo que el volante estaba en el medio y lo conducía un señor muy delgado, de pelo blanco. Este señor mágico gozaba viendo la cara y el escándalo de los niños por “dar una vuelta.” Parado me quedé un rato mirando semejante sueño aparecido en la realidad. Estuve muchos días soñando con ese pequeño autobús. Era como si de pronto el mundo no fuera gigante, como si las cosas fueran más fáciles para un pequeñajo como yo. Le contaba con lujo de detalles a los de mi aula y no me creían, incluso de broma empezaron a llamarme Gulliver, nombre que me gustaba pero no duró mas que el día que hice la historia para tomar posesión de nuevo mis apodos el yoyi, o el flaquito.

Meses estuve escudriñando todas las calles de los sitios donde estuve con mi madre o con cualquiera de la familia a ver si aparecía de nuevo la ilusión rodante pero nada, quizás pasaron años y la guagüita no aparecía. No recuerdo si en silencio lloré por no haber pedido una vuelta o al menos haber preguntado donde vivía ese señor de pelo blanco que manejaba una guagüita del tamaño de una caja de cartón grande. Lo dí por perdido, como se pierden los sueños, como se pierden los héroes.
Un buen día, mi padre fue a casa corriendo a buscarme al mediodía. A la misma velocidad me sacó y me llevó a su trabajo sin decirme el porqué de tanto apuro. Al entrar en la base Náutica del INDER donde trabajaba me encontré con otro tesoro gigante, la replica de un pequeñísimo Jeep Land Rover rojo y el señor del pelo blanco, de ojos grandes y tristes aunque con una sonrisa humilde perenne en su rostro. Mi padre con orgullo me lo presentaba como haciéndome un regalo, pero los niños son raros, ni siquiera levanté la mano para responder a aquel mago que me tendía la suya. Recuerdo con mucha vergüenza que me quedé paralizado mirándolo y mirando el Land Rover.
- ¿quieres montar? - Me dijo con una voz seria como si le fallara, me senté dentro del carrito en menos de lo que puede contarse y otra vez el mundo dejó de ser ajeno, gigante y hostil para mí. Al sentarme dentro de ese pequeño engendro rojo sentí que había crecido, que ya era lo suficientemente mayor como para dominar todo lo que me rodeaba, la pequeña magia mecánica me hizo crecer de un tirón lo que después crecería en años, pero seguía siendo un niño, me bajé y no di ni las gracias, mis palabras solo fueron ¿Y la guagüita?
- La están arreglando – contestó aún disfrutando de mi fascinación.
- ¿Puedo montar mañana en el yipi (Jeep)?
- Todos los días que quieras, se va a quedar aquí por un buen tiempo.
Cada día, al salir de la escuela, sin quitarme siquiera el uniforme iba directo al trabajo de mi padre, este a duras penas me hacía casi por la fuerza comer algo porque no me interesaba mas nada en el mundo que montar en el Jeep rojo de Funes. Solo dios sabe cuantos miles de millas recorrí con mi imaginación en lo que con la boca hacia un ruido ensordecedor de un motor de Jeep con los fallos incluidos y los cambios de marcha. Recuerdo un día que me enfermé y no pude ir a montar en el Jeep de Funes, estuve en cama varios días y después mi padre me escuchó de nuevo haciendo como un motor en marcha y acelerando.
- Tiene buena compresión – le dijo a mi madre entre risas – eso es que ya está bien.
Hoy, muchos años después y como casi todo lo que hago, tarde, doy las gracias a Oliverio Funes por ser un héroe y ojala donde quiera que estés, me perdones por no habértelo dicho en ese momento y seas perdonado por los héroes que tuviste a tu alrededor y quizás te faltó decírselo, que a pesar de los ojos tristes y el pelo blanco o de una forma de ser no tolerada por ti, te quieren y te tienen por siempre en la memoria como un ser querido.


Nota: según se ve en la foto, al no haber tienda de materiales ni herramientas en Cuba, despues que este genio fabricara entre otras cosas esta pequeña replica de un Lan Rover real, le obligaron a inscribirlo como un coche propiedad del estado segun se lee en la matricula "estatal" que casi es tan grande como el frente del Jeep, Supuestamente lo había fabricado bajo la colaboración del " estado" el motor era un Briggs Stratton de dos cilindros (12HP) que se arrancaba con un pequeño cranque (manivela) y las ruedas eran de carretilla. No tenía cambios, solo marcha alante y atras y la la palanca era el tubo de una bomba de aire de bicicleta.

lunes, 2 de febrero de 2009

¿Por cuanto somos Lo que somos?

Coooñoo asere que frío, dice en buen cubano un amigo español. No lo dice por complacerme, tampoco por agradarme ni hacerme reír. Lo dice porque lleva tanto tiempo oyéndome que se le ha pegado, como mismo a mí se me ha pegado el vale, el hay que joderse, y que te follen para decir, está bien, esto es una mierda y vete pal coño e tu madre. He tenido que aprender los insultos y la gama de palabras obscenas mas usadas para defenderme del entorno hostil que existe a todos los niveles en todos los sitios del mundo. Aquí no es la diferencia. Esta sangre árabe y celta que llevamos en las venas nos conducen al histerismo comunicativo, a la violencia de palabra y al descontrol sobre la meditación de cada momento. Si meditáramos cada segundo de nuestras palabras quizás fuéramos mejores personas. El cerebro es una computadora grande, puede analizar casi 300 palabras en menos de un segundo, es mas puede oír hablar a tres personas a la vez y quedarse con la mayoría de lo que nos quieren decir, si no, no existieran los coros, digo yo.
Desde hace un tiempo a esta parte intento perder esa reacción en cadena cada vez que veo cosas agresivas delante de mí, como que maltraten a un compañero mío en el trabajo por ser joven y no ser adivino. O que se burlen de otro por ser gay aunque sea mejor persona que todos los que le rodean y supuestamente no lo son. Son cosas feas que pasan y no están en mi controlarlas, pero suelo pasarme con el hacha de mi lengua y cortar muchas cabezas de un solo tajo cuando desenvaino y esto no debe ser, me aconsejan, pero no tengo la suerte de ser inglés o suizo, soy como soy y aunque esté todo el tiempo poniéndome parches a la conducta tiendo a explotar, cada vez menos por suerte. Nos estamos poniendo viejos y mi frase de estos tiempos es disfruta que me has cogido viejo y cansado. No se porqué me da risa, me da risa. La cuestión es, ¿por cuanto somos lo que somos? El porque lo sé, todas las tradiciones, africanas, españolas, la rebeldía y bla bla bla pero ¿por cuanto? ¿Por cuánto somos lo que somos?
Recuerdo cuando hicieron las elecciones esas en Cuba que todo el mundo tenía que votar a favor, fue un pataleo para opacar la ebullición de la genial idea del proyecto Varela aprovechando un hueco legal en la todavía poco justa constitución Cubana. Había que votar no se qué pero un socio del barrio me había hablado del proyecto Varela y me parecía justo lo que decía, así que no voté a los que querían lo contrario, sabía que no se lograría nada, pero aun así por encima de los miedos de mi familia y amigos dije que NO incluso sabiendo que estaba en tramites para salir de Cuba y que cualquier cosa puede cerrarte las rejas de la isla por insignificante que sea.
El porque hice eso, no viene al caso. Hoy me pregunto el por cuanto. Dentro de un tiempo iré a Cuba, quisiera visitar a Yoani pero todo el mundo me pide que no lo haga, que hay gente parada en su puerta del DTI o el G-2 o las SS o la CIA o lo que sea. Que te fichan, que te graban, que te observan, que te preguntan. Y yo me digo, entonces por cuanto podría yo decir NO y visitar a esa persona que admiro tanto. He tenido pequeños NOs en mi vida. Algunos me han traído problemas, otros han pasado desapercibidos. Pero justo hoy me escribe una amiga que vive a pocos metros de mí que lleva más de cinco años de castigo sin poder ver a su familia por decir un día NO. Ella, no es disidente, no habla de política, no hace contrarrevolución, quizás hace mas revolución que los que vigilan a Yoani porque con el dinero que manda a Cuba paga los salarios de tres del DTI y quizás varios médicos. Pero un supremo todopoderoso le prohíbe entrar a Cuba por más de cinco años. El panorama lo conozco de cerca. La madre sufriendo, un padre en cama y eso que le da igual tu condición humana porque no eres mas que una pequeña cabra salida de la alambrada de púas de un terreno decadente y árido. Entonces ¿por cuanto somos lo que somos? ¿Porque el mundo no es justo? ¿Por qué si es justo, pero no ven lo injusto de su vecino? Hace unos días cogí un periódico de la calle para quitar la nieve del parabrisas del carro y leí un pequeño titular de unos Cubanos que protestaban por la permisividad y el apoyo de la política española con el sistema cubano dentro de la isla. Y entonces, si mi amiga va a una aeronave española con su pasaporte cubano y más de mil euros gastados en un pasaje a SU CASA como es posible que el personal español, le pueda decir que no se puede montar en el avión que va a La Habana. ¿Como pueden hacer extensible la ilegalidad desde Cuba hasta miles de kilómetros de distancia? Yo mismo me rendí cuando supe que mi padre murió en el lapso de tres meses que esperé mi permiso de entrada a Cuba. Nos rendimos todos, se rindió el que vio como los familiares se perdían en el mar, el que sufrió palizas y mítines por decir NO, el que se ahogaba de asma corriendo para coger una guagua rumbo a un penoso trabajo que le daba para subsistir 10 días de un mes que tiene 31.
Creo que nos rendimos, nos dejamos rendir, si no ¿porque siguen las peleas entre cubanos en todas partes del mundo si aparentemente queremos lo mismo? ¿Por qué hay gente de las dos partes aparentes (estado cubano-disidencia) monitorizando cada palabra de cada persona de a pie para ver con quien estás, como piensas. ¿Porque nos perseguimos de ambos lados? Me pregunto por cuanto y como no lo se, por eso no persigo a nadie, leo de todo y me siento libre. Cada pensamiento merece respeto, cada opción, cada decisión. Lo que no impide que hoy maldiga de todo y use todas las palabras mas terribles del mundo para los que no dejan que mi amiga vea a su madre por un capricho decadente y torturador. Y como digo mi amiga, digo miles. ¿Cuando se va a acabar esto caballeros? ¿Cuando todos vamos a decir no? incluso los que ejecutan estas ordenes del mas allá (literalmente) Decir que tengo un sueño sería parafrasear algo que se ha usado mucho en estos días. Pero sí, tengo un sueño. Todos Juntos trabajando en Cuba, haciendo que la nación de nuestros hijos y nietos sea decente, sea lo que soñamos todos en teoría de todos los bandos. Queda poco amiga… se que vas a ver a tus padres bien, que todo va a estar bien, por lo pronto ten mi abrazo, de muchos minutos, ten mi fe, ten mi esperanza y cuando te hayas ido de mi presencia déjame romper algo con un puño y gritar en ingles, cubano y español todos los improperios que me sé para los causantes de este triste momento.