martes, 27 de mayo de 2014

Josef y Dos Metros (Quinta parte y final) cap 193

Dodge 1948 Modelo bussines coupé (Modelo bastante raro y coleccionable)

Cada vez que Josef bajaba temprano de su casa escuchaba el ruido del motor que hacía dos metros con la boca, en sus interminables viajes imaginarios del carro de sus sueños. Josef se paraba un rato en la puerta del Dodge 1948 sin entender como a esa edad y esas alturas de su vida, aun dos metros se levantaba temprano e iba a sentarse dentro de su carro que no andaba, a jugar que estaba manejando por calles y autopistas. A veces era muy gracioso como dos metros le gritaba a algún entretenido e imaginario transeúnte que se quitara del medio o se fajaba con inexistentes conductores porque le habían hecho alguna maniobra que no le había gustado. Era gracioso pero triste a la vez, quizás siempre quiso jugar a esto y ahora era que lo podía hacer, se lo tomaba muy en serio, tan en serio que Josef estuvo parado un buen rato a su lado en la ventanilla y dos metros no le hacía caso, había que hacerle la seña del taxista y entonces subir a bordo para poder hablar con él, una vez que fueras su pasajero.

Josef se subió al viaje imaginario y notó con rareza que dos metros seguía conduciendo sin siquiera decir buenos días. Se puso a mirar por la ventanilla un rato como participando del paseo ficticio, pero en realidad aprovechó para hacer algo que nunca hacía, mirar su barrio de arriba a abajo. Tenía la extraña sensación de que un día no lo iba a ver mas, no sabía porque, no pensaba mudarse a ningún sitio, ni esperaba que ningún sitio lo acogiera mejor que esta esquina de 11 y 24 donde había nacido. No se imaginaba en otras tierras, ni siquiera en otra cuadra. Se cansó de mirar a todas las partes posibles y viró de pronto la cabeza hacia dos metros un poco molesto ya de tanto juego.

- ¿Que cojones te pasa dos metros? - Dijo en serio con esa voz que nadie nunca querría oír.
Dos metros hizo el sonido de parquear y apago su motor vocal, sacó las llaves suavemente sin mirar a Josef y se las guardó en el bolsillo, miró al frente con las manos cruzadas sobre el volante como si oteara en la lejanía.
- ¡Na compadre! tu sabes que yo siempre vengo tempranito a "manejar" como a eso de las 6 de la mañana y vino el jefe de sector...
Hubo una pausa en la historia, cualquier frase con el jefe de sector era una mala noticia. El "Jefe de sector" es una especie de lacra social que vive de sobornos, amenazas y extorsiones, uniformado y protegido por el estado.
- Me dijo que el sabía que yo estaba comprando y vendiendo carros contigo, que nos estaban dejando para después meternos por peligrosidad de aquí a unos meses, yo no quiero ir preso otra vez por nada, por eso me puse a buscar trabajo.

Josef cerró los puños con rabia, nunca entendió porque cualquier empresa o habilidad laboral o de negocios en Cuba era penada por la ley. Siempre pensó que su trabajo era honesto y que no le hacía daño a nadie, es mas, para no incurrir en ilegalidades había dejado de chapistear y mecaniquear carros para clientes y solo arreglaba los suyos para revenderlos, comprar carros y revenderlos no era delito, pero si lo era al parecer. Como explicar nada en un sistema de medidas ilógicas. Josef sabía que era ir preso y ya. La Soberbia confesión del Jefe de Sector le había puesto sobreaviso y había marcado el fin de ese negocio. Otros negocios vendrían, era la frase fija en la mente de Josef, otra vez a empezar de nuevo, en otra cosa, pero esta ya se había terminado, por suerte en el momento de este suceso solo tenía dos carros para vender, en otras ocasiones había tenido en negocio hasta 6 carros y un camión al mismo tiempo. Era un buen aviso, a tiempo para otra vez, perderse.

- ¿Que vas a hacer dos metros?
- Tengo guardado un dinero y he comprado bastante cosas de oro, yo ya había pensado que esto no iba a durar mucho, aquí las cosas buenas no duran mucho. He vendido y comprado, vendido y comprado y he ganado bastante con eso del oro. Es mas discreto, si quieres vamos conmigo...
- No, no te preocupes Dos, yo tengo mis reservas, muchas gracias, me alegra saber que tienes mas  "actividades"
- Si, si. Yo he pasado mucho trabajo en mi vida, en la calle y sin llavín no me quedo nunca mas, yo solo necesitaba una primera inversión, un empujoncito y tu me has dado tremendo empujón de verdad, de amigo, todo va a estar bien. Josef... - Jesus miró directamente a la cara de Josef por primera vez en ese día- Prométeme que no vas a pasar trabajo, que no vas a hacer ninguna barbaridad, ya estamos viejos para esas cosas compadre, ¡¡en mi casa tienes tu casa, de mi comida puedes comer cada vez y por el tiempo que haga falta!!
- ¡No va a pasar nada malo negrón! Tu me conoces, yo no soy un delincuente, aunque ellos me hagan delincuente, tu sabes que yo vivo de lo que sé y de mi trabajo.

Se bajaron los dos del carro y se pusieron a mirarlo por fuera. Con solo tocarlo con los dedos se iba cayendo en pedazos y cáscaras, si se presionaba un poco el dedo pasaba al otro lado de la carrocería. El metal del que una vez fue hecho apenas se hacía visible entre tantas capas de pintura, masillas raras, cascarones de plástico y brochazos de varios colores.

-¿Que hacemos con esto Jesús? ¿Vas a aprender a manejar o no?
- No, desármalo y véndelo en piezas o bótalo pa la basura, se que esto no tiene arreglo. Esto no vale ni 50 dólares y ya me he divertido bastante en el, no quiero dejar rastros, desaparece todo este cacharro.
- Mejor aun, Este carro se que el motor le funciona y es muy potente aunque gaste mas que una pipa de gasolina y se esté cayendo a pedazos, me lo voy a llevar a las carreras y voy a apostar una carrera con el, si lo pierdo, ahí lo dejo y que lo desguace otro.
- ¡Buena idea! Yo me voy Josef, no quiero que me vean mas por aquí.

Se dieron un abrazo y Dos metros sin mas, desapareció cuesta arriba por la calle 24 del Vedado.
 En los siguientes días, Josef miraba el carro de dos metros echando de menos verlo ahí jugando en sus viajes imaginarios, haciendo el ruido del motor perfectamente con la boca, entre acelerones y cambios de velocidad, en lo que el batallaba con los clientes para las ventas de sus carros. A veces miraba la loma de 24 pero dos metros no aparecía, no apareció nunca mas. Como mismo un día vino, un día se fue.

El carro de dos metros dio de sí en un par de carreras de la ocho vías, pero esto es parte de otra historia.

Casi dos años después. Josef estaba en la oficina de inmigración en la calle 17 del vedado y se topó con Dos Metros. Se abrazaron y dos metros lloraba de alegría. Sin mas detalles, dos metros se iba a Italia con su mujer. No se sabe nada mas. Seguro que si alguien lo ve en Italia, ese negrón viejo de dos metros con 15 centímetros le parecerá raro, y si ha leído este blog podrá darle saludos y preguntarle por su primer carro, el dodge verde de 1948 que tenía frente a la posada de 11 y 24.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Josef y Dos Metros (Cuarta parte) cap 193

Habían pasado los meses y el negocio iba viento en popa. Josef había logrado reunir un team donde cada uno era experto en algo. En el Cerro y Miramar tenía pintores trabajando en sendos carros, en el Vedado, en los bajos de su casa su pequeño y modesto taller de chapistería, en el reparto Finlay un minitaller de mecánica. Entre todos sacaban adelante carros que se vendían a buenos precios y daban ganancias para todos. Con todo funcionando de esa manera podían darse el lujo de quedarse algunos días sin hacer nada, solo esperando que cayeran compradores. Esos días era de pasárselos bromeando sentados en el contén de la acera de la calle 24, junto a los muchachos que tenían su taller de arreglar bicicletas y las poncheras.

Un día de esos, Jesus Dos metros estaba muy callado, cosa rara en él, porque había recuperado un gran sentido del humor y siempre estaba lleno de energías que parecían no agotársele nunca.  Josef se sentó a su lado, a la sombra de una de las tantas matas de boliches que oscurecían esa cuadra y le preguntó que pasaba.

A dos metros le costó comenzar a contar, después de varios rodeos suspiró y mirando hacia arriba dijo en voz muy baja.
- Tiene que haber algo allá arriba, porque yo había soñado que las cosas me iban a ir bien, y estoy contento, pero ayer soñé que tenía un carro, un carro mío para yo hacerle lo que quiera. Me asusto cuando tengo sueños que yo se que no van a pasar, porque entonces me parece que cuando sueño con cosas posibles tampoco van a suceder.
Josef no sabía que responder a eso. Es verdad que entre todos ganaban mas dinero que la media en Cuba, pero un promedio de 300 dólares mensuales limpios para cada parte del team no daba sino para las cuentas básicas que además, cada día se ponían mas difíciles. Se paró de un tirón y se fue caminando hasta el puente de hierro. Le había entrado un poco de tristeza, la verdad, desde que dos metros llegó el negocio se había multiplicado con sus habilidades de negociante y todo el tiempo que le echaba. Los demás del team ya tenían sus carros, o guardaban su dinero para irse de Cuba, dos metros no tenía nada físico real ganado de este negocio, vivía alquilado en una casita en Buena Vista de un solar y su mujer e hija le copaban las cuentas a duras penas. Josef vio saltar un pescado en el medio del río Almendares, recordó que cuando saltaba un pescado era que venía buena suerte, recordó algo mas y apuró el paso rumbo a la puntilla de Miramar.

Por el camino se acordó que hace unos meses uno de sus conocidos corredores de la autopista le había dicho que tenía un carro desahuciado para vender, era un plymouth 46 que nadie quería porque era un modelo extremadamente raro de solo dos plazas. Estaba completamente podrido y habían abusado de el grandemente en las carreras ilegales, en fin, que casi era para tirar a la basura. Pero en Cuba, todo se arregla.
Llegó a solar de la calle 4 y preguntó por el peso. El peso en verdad se llamaba Luis, pero le decían José Martí o el peso, porque era idéntico a la figura de José Martí que sale impresa en los billetes de a uno. Ahí estaba el carro, tirado, olvidado de meses lleno de escombros y telarañas.

El peso salió a saludar a Josef, eran buenos amigos y lo habían pasado mal y bien en tribulaciones anteriores que son tema de otras historias.

-¡Véndeme la cacharra esta!- Dijo Josef entre risas, además de la alegría que siempre le provocaba ver a este amigo de "los viejos tiempos"
- ¡Eso yo no se lo vendo a un amigo, prefiero quemarlo aquí mismo!
- Atiéndeme Martí, no es para mí, es para un amigo que tiene una promesa de tener un carro, da igual el que sea, véndemelo anda.
- No compadre, esa jarra sin asa ya murió, en cualquier momento le saco las piezas.
- Tu sabes que aquí ninguna jarra muere nunca compadre, esta jarra tiene que vivir un poquito mas y darle una alegría a mi amigo.
Luis se quedó pensando un rato, por sus pupilas pasaron las emociones vividas con este cacharro. Carreras perdidas, carreras ganadas, persecuciones de la policía, emociones de todos tipos y colores. Quizás Luís deseaba conservar el carro para cuando su pequeña niñita creciera sentarla adentro y contarle como su padre lograba alimentarla al filo de la cárcel o la muerte en las carreras ilegales de la ocho vías, el anillo de la Habana o la monumental. Acariciaba sin darse cuenta el marco de la puerta oxidado como si se tratase de un mueble de terciopelo, en la cara se le vio la nostalgia y la adrenalina.

- ¡Cuanto tienes?
Josef sacó dólares de su bolsillo, eran muchos billetes de todo tipo, sobre todo billetes de uno. - Tengo 289, lo que falte te lo doy después.
- ¡No! con eso ya estamos echados, me siento que te estoy robando.
- Bueno, remólcamelo hasta la casa y ya estamos en paz.

Al llegar Josef al barrio con semejante armatoste cayéndose en pedazos, Dos metros se quedó boquiabierto. Era raro que Josef se hubiese ido de pronto y mas raro aun que hubiese echo alguna compra sin el, antes de que pudiera suponer nada Josef se bajo y sin desamarrarlo del carro de Luís le dio las llaves a Dos metros - ¡¡este es tu carro!!- le gritó entre risas, Dos metros lo tomó a broma
- Pero esta jarra está destrozada esto no tiene reventa ¿ Para que trajiste esto?
- ¡Porque es tuya coño!... No es para revender. ¡¡Este es tu carro!!
Dos metros se quedó mirando seriamente a Josef, no le gustaba que jugaran con eso. Era muy creyente de los sueños y las premoniciones.
- Josef, no jodas compadre
- ¡Que es tuyo cojones!!
Dos metros se sentó adentro y comenzó a llorar. Lloraba como un niño chiquito y trataba de hablar pero no podía, o no se le entendía nada. El resto del barrio miraba la escena en silencio y con respeto. Dos metros se secaba con la camisa pero salían mas lágrimas - ¡el mejor carro del mundo!- era lo único que se le entendía a cada rato. Todos los demás se retiraron discretamente para dejar a Dos metros solo dentro de su carro. No salió esa tarde, ni esa noche. Se quedó a dormir dentro de su carro aunque a duras penas cabía dentro de el. Al otro día Igor le llevó un batido de mamey y un pan con croqueta. Dos metros se lo desayunó en un santiamén desperado por estar en su carro. Al igual que los niños pequeños movía el timón y hacía el ruido del motor con la boca. Así estuvo por horas. En su imaginación quizás veía paisajes, playas o montes. Tantas horas estuvo así que ya debía haber recorrido cientos de kilómetros imaginarios. Josef se le acercó a la ventana.
- Vamos a arreglarlo para que camine.
- ¡No! - dijo dos metros explosivamente - No quiero que camine, yo no se manejar y tampoco quiero aprender a manejar, yo solo tenía que tener un carro y este es. No gastes mas. Ya soy feliz, con solo sentarme aquí a jugar.


A josef le pareció raro como Dos metros estaba convertido de pronto en niño pequeño, arrancó otra vez  su motor de ruidos vocales y se alejó en la imaginación de sus sueños. Josef lo veía como se ponía cada vez mas pequeño en su fe, porque se alejaba sueños adentro. Ese fue uno de los tantos días felices de aquella época. El día que Dos metros tuvo el carro de sus sueños por primera vez.

viernes, 2 de mayo de 2014

Josef y Dos Metros (Tercera parte) cap 193

Dos Metros como de costumbre venía bajando la loma de la calle 24 entre 13 y 11 con un tumbao que se reconocía  a la legua. Esta vez venía acompañado. Al llegar presentó con gran orgullo a su mujer, una negra tan linda que parecía modelo, vestía elegantemente ese tipo de ropa que algunos llamaban hippie a lo Janis Joplin, con un corte de pelo muy bajito a lo espendru y sonreía a todos, asombrada que fuera verdad que Jesús Dos Metros se ganara la vida trabajando para algo. Dos Metros le enseñaba con orgullo los carros que ya habían comprado y cómo el estaba aprendiendo a hacer tapicería y algo de electricidad. Mas tarde, ella se fue a casa y dos metros quedó listo para otra incursión de compra de carros con una alegría desbordante y saltarina. Parecía un muchacho de 13 años que comenzaba las vacaciones escolares ese día.

Se subieron como cada semana al Buick convertible y arrancaron a algún lugar de la lista que había traído Dos Metros hacía unos meses en su extensa caminata por toda La Habana. Los momentos de ir paseando por la ciudad en un convertible eran inolvidables. La Habana siempre se presta para la fotogenia y la admiración. Por muy destrozadas que estuvieran sus calles, siempre había algo que mirar, que comentar. Era como estar viendo a los lados del antiguo carro, una película de ficción metida en varias épocas a la vez. Este viaje era siempre inolvidable y cuando se apagaba el motor del carro llegado a su fin, se notaban las caras tristes.

Buick Special 1952
Jesus miraba el carro por dentro como si nunca hubiera visto o montado en uno. Tocaba cada botón y sonreía a cada detalle, después miró a Josef y sin dejar de tocar cada cosa preguntó.
- ¿Desde cuando tienes este carro?
- Desde siempre.. bueno, desde el 90 mas o menos, es el único que no he podido vender por todos los defectos que tiene.
-¿Que defectos tiene?
- Gasta mucho, tiene un motor ocho en línea, bastante raro, además que hace como 4 kilómetros por litro, si no lo aceleras mucho, no tiene techo y no se hacérselo y ya sabes lo de los papeles.
Lo de los papeles se refería a que el dueño de ese carro había fallecido, Josef se lo había comprado muy barato a una tercera persona y el hijo del dueño fallecido pretendía recuperar el carro de su difunto padre por las malas aunque este lo hubiera vendido en vida. Josef compró otro carro igual pero en tan malas condiciones que solo servían los papeles y la chapa y con eso había cambiado la identidad de ese carro, pero esto es parte de otra historia.
-¿Y si lo cambias por uno que puedas vender?
-¿Quien va a querer este carro Jesus? Fíjate que por cada vuelta que damos nos gastamos como 20 litros de gasolina.
-¿Pero no se le rompe nada nunca verdad? ¿A que te lo negocio por otro carro!
- No, eso es imposible. Eso si, nunca falla. Lo arreglé meticulosamente todo, de tanto tiempo que llevo con el y es el carro mas confiable que he visto jamás. Todo le funciona, luces, frenos perfectos todo. Pero se que nadie va a querer este carro...
-¡Para ahí! Gritó Jesús y Josef se detuvo pensando en un posible accidente. Jesús Dos metros salió casi con el carro andando y se dirigió a la acera de enfrente, por donde iban, por la calle 24 entre 25 y 27. Ahí había un sujeto con un carro con el capó abierto, lleno de grasa y pedazos de cables en las manos. Dos metros se acercó como un ciclón gesticulando y hablando con la persona dueña del carro averiado como si lo conociera de toda la vida.

- ¡Compadre! ¡Cada vez que paso por aquí te veo con el capó abierto y cacharreando esta bactavia! ¡Que le pasa a tu carro siempre asere?
El dueño miró a Jesús con una mirada compasiva como si hubiera estado esperando por años a alguien a quien confesarse. En pocos segundos se convirtió en un mar de palabras desesperadas.
- ¡Compadre este carro es una mierda! ¡cuando no es una cosa es otra! ¡me tiene loco! ¡me he gastado mas de diez mil pesos en mecánicos!¡Nadie me arregla esto! ¡Ahora me cogieron candela los cables! ¡me tiene hasta el culo este carro, me tiene jodido, mi mujer me va a botar, no hay vez que salgamos que no nos deje botados cojones!! ¡Ya no se si darle candela o que! ¡ahora mira esto! - Le mostraba los cables quemados y cortados agitándolos en las manos como si fuera un crimen de guerra y dos metros fuera el responsable. Josef observaba curioso desde la otra acera y se preguntaba que estaría haciendo dos metros.

- ¡Ustedes son mecánicos? pregunto el desesperado dueño que ya se había presentado como David.
- ¡Si! - contestó Jesús con determinación como si estuviera haciendo un exorcismo, David le agarró de la camisa.
- ¡Arréglenme este carro coño! ¡yo tengo dinero! ¡pero que no se me rompa mas cojones!
Josef seguía observando la rara escena en silencio. Cada vez le extrañaba mas el rumbo que tomaban las cosas. Dos metros sabía de sobra que ellos no le arreglaban carros a nadie porque tenían a la policía y los inspectores encima queriéndoles sacar dinero en sobornos y la defensa de Josef era que arreglaba su propios carros, no los de nadie. Estaba a punto de decirle a Jesús que cortara ese performance, que podía perjudicarlos si David se declaraba cliente o iba a su casa a buscar algún servicio de mecánica.

Hubo un silencio raro. La cara solidaria y triste de Dos metros se fue tornando suavemente en una sonrisa. David se quedó atónito mirándolo sin saber que mas decir en su ayuda. Jesús levantó un dedo hacia arriba y dijo con voz ya calmada.
- ¡No te arreglamos ese carro, te ofrecemos algo mejor!- Señaló al buick que estaba en la otra acera con Josef esperando- Te lo cambiamos por un carro impecable que nunca se rompe- Gritaba cada vez más como para ser oído en la distancia-  y que todo le funciona a la perfección, restaurado a mano por Josef que aquí todo el mundo lo conoce que es el mejor mecánico y por eso no trabaja para nadie, porque nadie puede pagar su trabajo, ¡¡solo trabaja para si mismo!!
David asentía a todo pero no sabía ni quien era Josef ni nada de nada, eso si, tiró los cables y las herramientas al piso y cruzó la calle corriendo a ver el buick. Se asomó adentro como un niño en una vidriera de juguetes y pregunto a Josef casi con los ojos aguados.
-¿Verdad que funciona y no se rompe?
Josef se bajó sin decir palabra alguna y le dio la llave a David. Este se sentó dentro y sin preocuparle dejar su carro abierto con todas sus herramientas y pertenencias a unos extraños arrancó con el buick, dobló la esquina y su cara se iba tornando de felicidad. Josef se paró enfrente con Jesus Dos metros.
- Negrón! si esto funciona partiste el bate! pero hay que decirle lo que gasta ese carro.
- No hay que decirle ná- contestó dos metros orgulloso de controlar la situación - todos los almendrones gastan, que mas da un poco menos o un poco mas. Lo que el hombre quiere es que no se le rompa y sabes que eso no va a suceder ni aunque lo quiera romper a propósito y este DODGE lo podemos vender enseguida.

Dodge 1948
Josef se calló la boca. Se alegró por el día en que conoció a dos metros. Era bueno, era bueno en todo lo que se ponía a hacer. Nunca le preguntó porque estuvo preso tanto tiempo y eso fue un mito para siempre. Pero era honesto y sabía hacer cualquier trabajo que se propusiera. Josef estaba orgulloso del desahuciado por la sociedad Jesús conocido por dos metros.

Al rato volvió David con el buick ¡ Me quedo con el! dame los papeles y llévate el cacharro coñoesumadre ese para siempre. Cambiaron las pertenencias y documentaciones de los carros. Josef hizo dos o tres conexiones eléctricas en el DODGE suficientes para que arrancara. Al alejarse, en la esquina Josef y Jesús arrancaron a gritar y reír explosivamente.
-¡¡Viste!!- decía Jesús celebrando haber ganado una apuesta que nunca existió
Volvieron a casa. Esta vez habían pescado negocio sin ir  a muchos kilómetros. El dodge estaba listo para la venta en poco tiempo por 1700 dólares. Su "pequeño" motor de 6 cilindros superaba en economía al bestial ocho en linea del Buick y los papeles estaban en regla real. Josef le regaló a Jesus 300 dólares, además de lo que le pagaba habitualmente. Eso si, a cada rato pensaba seriamente que se había ido para siempre su primer carro. Aquel carro que había comprado cuando aun no sabía de mecánica ni chapistería. Aquel carro que compró hecho piezas para impresionar a Sandra, aquel amor de su vida que ya no existía pero que lo había hecho salir de su vida acuática de pescador y hombre anfibio. Josef sintió como se iban las cosas, como dejaban cambios para siempre pero se iban, seguían su camino. -Hora de seguir adelante- Se dijo a si mismo y cogió sus herramientas a ver que le deparaba hoy la vida terrestre en la que ya se estaba adaptando.


Interior DODGE 1948