jueves, 18 de julio de 2013

Habana del Mar (Josef pescador Capitulo 190)


- ¿Siempre pescas aquí?
- No. Solía pescar ballenas en Alaska.
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- Perdóname, tengo que tirar una cosa al agua.
- Tírala.
- Es un bulto, quizás te espante los pescados.
- No hay pescados, habrá peces pero pescados no hay.
- Bueno, te espantará los peces.
- ¿Tiene platanitos?
- ¿El que?
- Tu bulto…
- Mmm… no sé. Lo hizo mi mamá. Es para que nos podamos ir a Miami pronto.
- ¿Me dejas que lo mire?
- ¿El qué?
- El bulto.
- No se debe.
- Bueno está bien tíralo.
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-Bueno ábrelo.
-A ver.
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- Si, tiene una mano de platanitos.
- No te los comas todos.
- No, solo dos o tres. Están maduritos y ricos ¿Quieres?
- ¿No se debe verdad?
- Están ricos, es lo que como siempre. A veces las buenas brujerías traen naranjas, marquesitas, masarreales. Si las cojo antes que las tiren al agua me doy banquete, si no, solo cojo los platanitos. Siempre están maduritos.
- Voy a coger uno… pero ¿y si no funciona?
- ¿El qué?
- La brujería, nos tenemos que ir pa Miami, mi papá se fue con mi hermano mayor, solo quedamos yo y mi mamá.
- ¿Como te llamas?
- Habana… Habana del mar.
- Conozco una niña que se llama África, otra se llama Luanda.
- Debe ser por la guerra, la gente le pone nombres a sus niños por lo que vive ¿Cómo te llamas tú?
- Josef.
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- ¿Tu familia no se va pa Miami?
- Yo no soy gusano, dice mi mamá que los que se van pa Miami son los gusanos.
- Yo no soy gusana porque yo me voy en avión
- Ah bueno.
- Ya tírala.
-¿El qué?
- La brujería, ya me comí los platanitos.
- ¿Tu sabes si hay que decir algo antes de tirarla?
- No se, ¿como voy a saberlo?
- Como dices que siempre te comes los platanitos, a lo mejor ves mucha gente que las tira.
- Pero hablan muy bajito, yo se que los magos dicen abra cadabra.
- Entonces voy a decir abra cadabra.
- Espérate, si la tiramos entre los dos y lo decimos entre los dos quizás tenga mas fuerza.
¡A la una! ¡A las dos! Y a ¡A las tres ABRA CADABRA!
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- No se hunde.
- No, se va navegando, a lo mejor llega a Miami.
- ¿Dónde está Miami?
- Pallá.
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- ¿Me puedo quedar un rato contigo?
- Si ¿En que grado estás?
- Estaba en sexto pero la maestra me botó.
- ¿Por qué?
- Dijo que mi mamá era una gusana y que debían fusilarnos a todos.
- Yo estaba en sexto, pero no voy a ir mas a la escuela, voy a ser pescador.
- ¿Por qué?
- Porque me aburro.
- Ah.
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- ¿Podemos pescar juntos?
- Las mujeres no saben pescar
- Yo vi en un libro que las indias pescaban.
- Bueno si.
- Es que yo no quiero irme a Miami… y si me quedo contigo y pescamos, podemos conseguir comida hasta que seamos grandes y podamos trabajar. Yo se dormir en la calle, en los parques, yo se dormir donde quiera.
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¿Por qué lloras?
- Yo no estoy llorando...    ¡Vete pa tu casa!
- ¿Pero?
-¡AHORA!
- ¿Puedo verte mañana? ¿Pescas aquí siempre? Te traigo platanitos si quieres, me los robo del puesto.
- Está bien, mañana… ¡Pero duerme en tu casa!
- Hasta mañana.
- Hasta mañana Habana.


miércoles, 17 de julio de 2013

Repeat after me.

 Decía una y otra vez aquella maestra de ingles de mi tercer 9º grado. 
Repeat after me. 
Hector and his sister Nancy went to the beach with their father. 

Quizás es lo único que se me grabó de aquel 9º y seguro estará mal escrito.
  

El primero de tres lo había suspendido toda la escuela. Los niños de la revolución habían soltado en un congreso pioneril por órdenes de arriba que todos los maestros hacían fraude. Suspendimos todos, todos con menos de 70 que ya era suficiente para no pasar de grado. Pero mis padres venían de una familia que se mantenía con 256 pesos al mes. Pasaron quienes les hicieron buenos regalos a los profesores que ya no hacían fraude, ya te daban el aprobado por bienes o dineros directamente. Conozco de buena tinta quien falsificó el certificado de notas para no perderse las vacaciones. Yo lo eché a suerte. Ni miré las notas, no usaba esta frase pero mi pensamiento era del estilo de: Que sea lo que dios quiera. Tampoco creía en dios, ni ahora tampoco. Quizás por eso sigo repitiendo. 


 El segundo 9º fue mas lindo, mas intenso. Ya yo era un poco mayor y vinieron caras nuevas. Comencé a pensar en el amor sin leer a Henrik Brukner. Cuantas aventuras, romances, persecuciones. Que emoción pasar por casualidad por delante de la casa de la persona que me gustaba 100 veces al día. 100 casualidades y 100 posibilidades de encontrármela por casualidad. Por lo general la encontraba con su novio. Va por ti Laura, dios en el que no creo sabe cuantos zapatos gasté pasando por tu casa cerrada a cal y canto. ¿Quien coño tenía aire acondicionado en esa época? ¡Tú! y por eso tu casa siempre estaba cerrada, acristalada ¿Quién tenía cristales sanos en su casa? ¡Tú!  ¡cristales verdes con bolitas de esos que no se ve una mierda padentro! ¡100 veces cada día Laura! o quizás menos. Para nada. Un día te apareciste en mi casa, tocaste la puerta. Habías huido de tus padres por una bronca de esas raras que yo no sabía si era por fumar cigarros de lo que fuera. Me hiciste llamarles y decirles que yo era tu novio. Fue bonito ser tu novio virtual por unas horas hasta que te recogieron en ese alfa romeo del 76 de 1750 centímetros cúbicos color vino y ver a tu padre en cámara lenta amenazándome de cualquier cosa que me importaba un comino. Me diste un beso en la cara antes de que te cerraran la puerta del carro. No te vi más nunca. Al cabo de los meses tu casa estaba vacía, y yo seguía pasando por ahí. Para nada. 


 Repeat after me.

 Horas y horas pasaba parado en el puente de hierro. Hasta que viera un pez saltar. Me cogía tarde a todos los sitios porque tenía mi propia superstición. Si veía un pez saltar es que el día iba a ser bueno. En la mañana, entre los botes que llegaban de estar toda la noche pescando los veía saltar. Esas eran mis monedas, peces que saltaban. Un pez, otro pez. Que días mas lindos vinieron, mientras mas peces saltaran mas lindo era el día. 


En ese tercer 9º grado ya estaba cansado. Habían hecho la famosa mundial pero era pedirle peras al olmo. Lo que me habían hecho, ese año que había perdido miserablemente de mi vida no lo perdoné jamás. Habían bajado la puntuación mínima a 60 pero ni así moví un dedo, no abrí un libro. Daba dos turnos al día y después tenía la incalculable felicidad de mataperrear por ahí para no llegar a mi casa antes de hora. Ya no estaba solo, había más mataperros que me apoyaban en mi causa. El carabela, Haydee, Angel Mederos que estaba tan enamorado de Haydee como yo hasta que se fue con el profe de educación física y tuvo hasta hijos. Por suerte nunca le dije nada. Era una persona tan valiosa, que era mejor no perderla con tonterías amorosas de niños. Un día se lo diré. Pero ella, dentro de ella, era mucho más mayor que nosotros. Tremenda Haydee. Es la única persona de quien me haya enamorado y no se ha enterado, las demás sufrieron y se divirtieron de lo lindo con mis ridiculeces de todas las ramas posibles. Pero a Haydee no le dije ni pío. 

 El cuarto 9º fue en una escuela taller. Aburrida. Llena de corta cortas. Gente saturada de conflictos por todas las vías posibles. Un profesor nos rogó que termináramos el 9º me centré un poquito y lo terminé. Fin de la historia. Como era solo un semestre esos 8 meses de vacaciones prometían mucho. Lindas vacaciones pasando por casualidad 100 veces por casa de Haydee a ver si por casualidad la veía. La vi. La vi varias veces pero como de costumbre no tenía nada que decir. Un saludo y a seguir camino. Maldito nudo en la garganta. Repeat alter me. Hector, and his sister Nancy……………… 

sábado, 6 de julio de 2013

El Niágara en bicleta

¿Conoces la ley de Murphy? La carretera no podía estar mejor. Soleada, tranquila. Un viaje con excelentes amigos. Como sabemos un viaje sin retorno, como suelen ser los viajes de los emigrantes. Rumbo a la línea que pusieron los hombres en lo que creó la naturaleza. Esta vez en un gran fenómeno geográfico. El Niágara. Todas las sensaciones que cuente van a ser pocas y pobres. Hay veces, muchas veces que el lenguaje se queda tan atrasado e inútil como la inteligencia humana. Las sensaciones de cambiar la tierra bajo los pies, de volver a emigrar, de comenzar de nuevo. La frase (Ya estoy demasiado viejo para esto) dando golpes en la cabeza todo el tiempo, pero puta ley de Murphy. En este camino he conocido gente tan buena. Las preocupaciones se han disuelto en risas, recuerdos y sobre todo en un amor repentino e inesperado. En este viaje me ha pasado de todo, como siempre, viajo solo. Es uno de mis sueños mas preciados algún día en mi vida hacer un viaje con alguien querido pero los aviones solo me conocen a mi. Ya será algún día, como todo. Hasta que llegué al Niágara. ¿Recuerdas ese invento de las abuelas para sacar las muelas? Eso de amarrártela en algún sitio con un hilito. Sabías que si te movías te arrancabas la muela. En Montreal me amarraron ese hilito. Allí encontré a Is, con quien no paro de reírme, ser quien soy, hablar de todo y querernos más aun. No pensé volver a pensar cosas como quiero esta persona para mí, y para siempre. Cosas así que uno piensa que ya no suceden y son cuentos de películas sensibleras de domingos. Y ahí estaba, yendo al Niágara, pero queriendo volver. Todo lo que me hizo irme de Madrid, El frío, la falta de trabajo, el aislamiento, era peor en Canadá, sumado al idioma francés ese que para decir 80 sacan una cuenta. Dicen cuatro veces 20 para decir 80. Le ronca. No hay derecho, pero no me importa. César dijo; Te veo paleando nieve a menos 40 grados y no se equivocaba. Lo hubiera hecho. Y ahí mi viaje al Niágara. Arranqué de nuevo pero sin ímpetu de emigrante, esa adrenalina que te hace correr como un potro salvaje o caminar con mochilas sin sentir su peso. Esperando que de un momento a otro se tensara ese hilito y me arrancara con alevosía esa muela de la felicidad temporal e infinita que encontré en Montreal. Todo el viaje queriendo volver, todo el viaje esperando ese dolor. El dolor si lo esperas, es menos. Pero no, recibí esa llamada de Is, ella decía que venía también al sur, también iba a cruzar frontera y el hilito se destensó. No se cuando nos volveremos a ver. Lo que juega con nosotros lo hace bien, se divierte y le da emoción. Tantos años perdidos, debí encontrarte antes. Heme aquí rumbo al Niágara queriendo volver. Triste porque extraño mi nueva familia, a las tres, Is y sus dos niñas y Murphy, quien me había dejado muchos años tirados en España sin ánimos de nada, ahora que me voy, me lo consigue todo, y ni siquiera en el principio o en el final del viaje. En el principio para quedarme o en el final para ser completamente feliz. En la mitad del viaje Murphy, eres tan hijodeputa como Ruffinni el de las matemáticas. Bien por ti Murphy, bien por tí. Pero yo voy a mí que me salgo con la mía ¿Quieres apostar?