viernes, 26 de diciembre de 2008

Josef y La Banda de Dick Turpin (part 11)



Josef daba vueltas sin más, parece que la vida terrestre no era tan fácil como parecía. Las losas del piso de su casa se revelaban en cada ranura o mancha, quizás cada punto de esto tenga su historia que valdrá la pena contar algún día. Bajó las escaleras de nuevo, esta vez con mucho apuro para alcanzar un sitio de meditación en un lugar agradable. Ya el día había avanzado mucho y la luz penetraba por los ojos aturdiendo la poca paz que quedaba en la cabeza de Josef. Estaba a acostumbrado a que sus días eran azules o verdes marinos y este día estaba siendo rojo, negro amarillo y de cuanto color se le había ocurrido a los vecinos pintar sus paredes o ponerse en ropas de todas partes del mundo y de todas las épocas. Faltaba el sonido del mar – si un día me alejo del mar creo que me muero- pensó Josef estremeciéndose de solo imaginarlo. La calle se podía cruzar con los ojos cerrados, el trafico nuca era abundante o rápido, además siempre había mucha gente obstruyendo la vía comprando, vendiendo, hablando y esa clase de cosas que hace la gente que vive donde hay mas gente. Volvió al contén, esta vez, había mas de diez suspirantes reunidos hablando de sus cosas, Josef prestó atención.

-¡Una fuente de tomate!- gritaba una mujer a manera de discurso, levantando el dedo amenazadoramente contra los que la escuchaban - ¡Te puedes meter todo el tomate que quieras mi chino!¡ y col….y lechuga! Pero nada de azúcar ni grasa… ¡yo me meto a diario to los platos de vegetales que quiero y miramee! ¡toy en la linea! Pero es que aquí siempre es el paaan… y el agua con azucar y el paaaaaannn y to lo frito que se pueda… tas engordando y lo que estas comiendo es mierdaa!!
Josef se conectó con otra conversación, esta ya pasaba a ser amenazante, además no tenía nada que ver consigo mismo cuando su madre cada día intentaba que comiera algo porque estaba casi en la piel y los huesos. En la otra esquina de la conversación estaba potaje, un tipo de barba, delgado y encorvado que también era alcohólico profesional. Habían muchos por ese barrio por una conocida ronera o piloto como le llamaban donde se vendía solo ron las 24 horas del día. Se acompañaban de una pequeña lata de cerveza que rellenaban constantemente de ron o un pomo (bote de cristal) de compota por el que se veía a través de una penosa transparencia el constante líquido amarillento de olor dulce que era el ron Santa Cruz que se vendía muy barato. Todas estas personas se pasaban el día ahí sentados en cualquier esquina hablando de los mas disímiles temas con la convicción de un catedrático. Les decían la banda de Dick Turpin, en ella también estaba Catarro que se merece un libro para el solo, Chávez el que sabe, Fuego, que siempre estaba contando historias trágicas de boxeo, Tomás el mecánico, Durdú, Chapotín el posadero, Simón, Verde el que se fue y viró y así incontables personajes de la picaresca callejera Cubana. Josef se fue acercando y trató de hilar alguna de las más de veinte conversaciones simultáneas que se estaban manteniendo en ese momento. Todas eran aseverando algo, dejando saber que tenían dominio sobre un tema en especifico. Todas eran muestras gratis de enseñanza y aprendizaje, por esto quizás pensó Josef que tal vez era buen momento para proseguir con su pregunta, y en cuanto pudo se la soltó a Potaje, el que parecía mas serio de todos.

- ¿Potaje? ¿De que se puede trabajar para vivir tranquilamente?

Hubo un silencio sepulcral, todos miraron a Josef de arriba abajo. Por suerte al conocerle desde niño, tenían claro que Josef no les estaba tomando el pelo, Simón ya llevaba buen rato recomiéndose por dentro, intentando dar respuesta a esa pregunta desde la madrugada de ese mismo día.
-Josef ¿Por qué no sigues pescando y nos traes esos pescaitos ricos que tu pescas y hacemos uno ahora aquí mismo?
- No quiero pescar más…… No voy a pescar más.
La mujer de la conferencia de dietética intentó romper el silencio – también puedes comer pescado, el pescado tampoco engorda lo que pasa que es muy caro y difícil de conseguir……- Pero se quedó sin respuesta, pasaron unos dos minutos de silencio y de pronto arrancaron todos a hablar sus respectivas ideas a coro pero sin ningún tipo de coordinación. La banda de Dick Turpin estaba generando consejos e ideas a cien por segundo. Josef se enteró de lo que realmente quería decir la frase tormenta de ideas, tanto fue así que se agobió de tanto ruido en todas las frecuencias posibles y amablemente se despidió rumbo al malecón con la certeza de que ya no se tiraría a pescar porque tenia en mente mas de cien consejos de cómo sobrevivir en la tierra firme dado por las personas mas sabias del barrio, esa gente que algunos pasan de largo y otros desprecian por vivir su vida como les parece mejor y como pueden, con sus propios medios aunque no sean los mas legales del mundo. Dio gracias a la banda de Dick Turpin y después de recorrer los escasos metros que le separaban de la costa del malecón de La Habana se sentó con los pies al vacío del salado muro, respiró el delicioso y alimenticio salitre y dio rienda suelta a organizar las ideas de cómo viviría y de que, a partir de mañana.

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