sábado, 1 de mayo de 2010

Josef y el 1º de Mayo (Capitulo 17)

Ni se había dado cuenta que era primero de Mayo. Día en que las calles se llenaban de policías y las costas de militares con relucientes cañones, temblando de que le pudieran aparecer unas manchas de ávido salitre. Cuando llegó a su sitio de trabajo estaba completamente vacío – claro, este día no se trabaja- se dijo a si mismo y volvió sobre sus pasos. A lo lejos solo se oía la voz del televisor de algún entusiasta vecino que quizás para justificar su ausencia al desfile lo ponía como para que quedara claro que al menos seguía la actividad por la tele. Gracias al canto de los pájaros, aquella ciudad no parecía un sitio desvastado por una guerra. Entre tantos edificios destrozados y ni un alma en un día tan soleado podía parecer que había arrasado alguna epidemia o que todos los pobladores habían emigrado de golpe. Ni siquiera padre o madre estaban en casa al despertar Josef, por suerte con la frase de, este no es de este mundo, no se habían tomado el trabajo de despertarlo para la marcha, nunca había ido a una, ni le encontraba el porqué, máxime cuando no cesaban de repetirlo por tantos días en todos los medios e incluso salir embarrado de las semi amenazas de sus compañeros de fechorías, llámese pescadores furtivos o como en estos tiempos, gremio de chapistas, mecánicos y demás trabajadores ilegales.
Hay que ir a la marcha- decía uno de los mas recalcitrantes que además se dedicaba a las peleas de gallos, perros y cuanto animal se pudiera apostar – Uno no puede foquearse*, uno tiene que estar en talla con la vorágine- las palabras le sonaban sublimes y meditadas. Josef volvió sobre sus pasos. Llegó a su edificio desierto y entró a su casa sin saber que hacer ¿A dónde ir? Desde que tenía uso de razón nunca había ido a ningún lado, a no ser las miles de millas marinas recorridas para buscarse el sustento pescando, o ahora, los sitios donde ilegalmente una vez más vivía de su trabajo. El único lugar que conocía en la Ciudad de La Habana era fuera de ella, el mar. Pero nunca había ido a él por entretenimiento o por no tener nada que hacer, pero en casa tampoco se podía quedar. A medida que avanzaba el día, mas y más televisores y radios se sumaban al volumen justificante de estar al menos en sintonía con la actividad. Se oían simultáneamente varios periodistas repitiendo las mismas consignas con un mar de gente de fondo. Josef tomó su máscara de buceo y se alejó mientras pudo.

Cuando llegó a la costa, unos militares le impidieron que se metiera en el agua. Sin decir nada se fue a la entrada siguiente con los mismos resultados. Así fue recorriendo una buena parte de la costa de Miramar oyendo las mas descabelladas excusas como que “hoy” la playa estaba cerrada, que no podía haber bañistas por si entraba algún infiltrado, que la costa era zona militar, que no podía entrar en perímetro armado, que no le daba la gana al teniente y la última y mejor de todas, que si no había ido a la marcha del primero de mayo tampoco tenía derecho a meterse en la playa.
Estuvo a punto de escalar cualquiera de los edificios conocidos y cruzar a la costa desprotegida como había hecho cientos de veces, pero la soberbia del mal día que estaba teniendo no le permitía esa especie de retirada. La costa era suya, y de todos los cubanos. No era propiedad de unos sujetos por muchos cañones que tuvieran, así que siguió explorando cada paso hasta llegar a la calle 16 donde vió lo que sin duda eran unos bañistas tomando sol plácidamente en las agresivas rocas costeras. Se acercó y comenzó a lavar la vieja careta en las pequeñas olas que saltaban un poco mas arriba de donde llegaba el nivel. Josef se sintió observado cuando miró estaban los supuestos bañistas preguntándose con curiosidad, parecía un ambiente cargado hasta que uno de ellos dijo, hablando por todos.
-¿tu no vas a la marcha?-
-No ¿y tu? – Respondió un poco receloso de los anteriores encuentros con los militares.
-Nosotras no somos bien recibidas en las marchas – dicho esto, estalló una risa generalizada. Josef sin entender, como siempre intentó analizar desde sus propias y confusas ideas el porque ni militares ni homosexuales iban a la marcha, quizás tenían algo en común pero al menos no se metían con ellos y gracias a eso él, pacíficamente iba a poder cumplir con su objetivo de darse un chapuzón en el hermoso mar que tanto añoraba constantemente.
-¡te cuidamos la ropa!- le gritaron ya cuando Josef se disponía a sumergirse del todo en el mundo en el que mas tiempo había pasado y alcanzó a escuchar a lo lejos
-Aunque hoy, todos los delincuentes se han ido a la plaza.

foquearse*: Se refiere en la jerga popular a destacarse de manera negativa ante las autoridades o los controles de cualquier tipo.

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