Soy un niño Kalashnikov, o mejor dicho (académico kalashnikov modernizado 47) o sea AKM 47. No soy un niño probeta ni un engendro de clonación ni venido de ningún planeta, simplemente eso AKM 47.Intento escribir cosas que me han pasado y me viene a la mente este nombre pues es el mejor juguete que he tenido, el único que no se ha roto, que ha pasado a generaciones, que he heredado.
Vivo frente a un río, un río grande a mi manera de ver y turbio como el solo, aun quizás, viven peces y algunos borrachos de alcohol o de sueños, siempre borrachos, siempre perdidos por la misma droga de los diferentes nombres. Quizás me hubiera gustado ser un niño de carrusel, o de pequeños coches de colores con ruedas intercambiables, o de juegos de detectives, misterios, mamás y papás pero no. Ese día salí con mi padre. Era domingo y el tenía guardia en la unidad de guardafronteras. Desde que amaneció estuve dándole la perreta para que me llevara con el, siempre quería ir con el a todos lados, mi papá era el mas grande, siempre fue el mas grande, yo quería andar con el, ver cosas y que me las explicara, siempre lo sabía todo y como todos los papás, era único.
Por la calle rumbo a donde íbamos a escasas manzanas de nuestro destino que era la desembocadura del río, iba leyendo los carteles. “No pasarán””batalla por el noveno grado””aquí nadie tiene miedo””todos a donar sangre”. Yo los leía en alta voz, a voz en cuello, sabía que no era nada malo leer esos carteles en alta voz porque constantemente los repetían por todas partes visibles o sea que estaba permitido, leía uno y otro esperando que mi padre al igual que mi abuela me dijera – que bien lees ya, creo que había aprendido muy rápido, pero mi padre solo miraba, sonreía y ponía la vista al frente, creo que quizás sabía lo que hacia, evitar que después del –que bien lees- viniera el -¿a que hay que no tenerle miedo?¿quienes no pasarán?¿puedo yo tener el noveno grado?¿que es donar sangre?¿eso duele? Mi padre apuraba el paso, es posible que no tuviera tiempo aunque fueran solo dos manzanas o tres, quizás quería escapar de responderme, de repetir o tal vez tenia miedo de que yo era demasiado joven para decir consignas políticas escritas en cuanto muro plano se prostituyera por la fuerza de un brocha destrozada y una pintura de calidad dudosa que se caía a la mas mínima lluvia y dejaba los muros impolutos otra vez.
Ya habíamos llegado, todos vestían de verde y hablaban cosas de hombres, se cuidaban de no decir malas palabras en mi presencia, alguno que otro se le iba una y mi padre le hacia un psss y le señalaba hacia mi. Yo no me interesaba mucho. Pero había peces en el río al borde del muro. No sabía nadar. Mi papá hablaba cosas de hombres pero no dejaba de mirarme y me decía que me alejar del borde, que me podía caer y yo mirando e intentando contar los peces algunos grises, otros dorados pero de bronce desteñido, algunos con pintas azules metálicas o rojas, el petróleo se extendía por el río y formaba un hermoso arco iris en la superficie, era un mar de colores, pensaba que deberían echarle petróleo a todos los ríos para que fueran así de coloridos –aléjate de la orilla que te vas a caer y si no te veo te ahogas- Seguí caminando por el borde del muro hasta que tope con algo verde, era un negro, verde, con cara de trabajar un domingo, eso lo pienso ahora. Mi padre llego hasta el y le quitó el fusil – vete a casa cuevas, saluda a tu familia de mi parte ya me quedo yo- no entendí si se llamaba cuevas o si es que vivía en una cueva, esa pregunta me la callé por un rato, estuvo muchos minutos dándome vuelta en la cabeza ¿y si vivía en una cueva? ¡Porque no venia a vivir a nuestra casa que era de cemento como la mayoría de las casas! Le vi alejarse, caminando se iba quitando el negro, la camisa verde, tenia una camiseta blanca con el cuello estirado que casi parecía un vestido de mujer –eso es por vivir en cuevas pensé yo- apunte sugerírselo a mi padre que se vinieran a vivir con nosotros, el y su familia y lo hice- ¿Quién cuevas?- ah! Es que se llamaba cuevas mi padre empezó a reírse y yo al borde del muro a seguir mirando los peces, mi padre no sabía que hacer, había yo empezado en la escuela en ese año pero era domingo y tenía que llevarme, ya bastante tenia mi mamá con hacer las cosas de la casa y tener al pesado de mi hermano(aun es pesado)- aléjate del borde del muro- mas peces, mas colores, a medida que iba subiendo el sol mas peces, mas colores, sentí una cinta en mi cuello un peso enorme algo muy frío en mis rodillas- ¡ahí tienes!- estás de guardia, no te puedes acercar al borde del muro, mi padre y su compañero se enfrascaron en acortarle la cinta de lona del AKM 47 me seguía llegando por las rodillas- estas de guardia-no te puedes mover ni hacer nada de nada solo estar de guardia- agarré el fusil pero apenas podía levantarlo del suelo, menos mal que la rallada culata de madera barata se apoyaba al piso ¿no tendrían un fusil mas pequeño?¿quizás uno de juguete?- esto es serio- hay que hacer guardia con uno de verdad, se reía mi padre y su otro compañero, -uno de verdad- me dije uno de verdad- claro que era un fusil de verdad, quizás el que no era de verdad era yo y por eso no podía ni levantarlo del suelo. Mi padre y su compañero que mas tarde supe que se llamaba reyes, (hubiera estado mal que uno viviera en cuevas y el otro con reyes, me alegré de vivir en una casa de cemento como casi todas) Se sentaron en la oficina acristalada desde donde me veían perfectamente, yo me quedé parado, anclado podría decirse lejos de todos los peligros, sin moverme, ahí les veía mover la boca y así sabía que estaban hablando y riéndose pero no dejaban de vigilarme- no tengo ropa verde- me entristecí y se me acabo la ilusión, si al menos hubiera otro niño con un Akm podríamos jugar, había visto en muchos lugares gente vestida de verde con AKM sin moverse y yo no debería moverme ¿Por qué no se movían? es que acaso sus padres los vigilaban o es por el peso del fusil ¿ por qué es de hierro?¿los que tengo en casa de madera que me hizo mi abuelo no pesan tanto, es que a los grandes les gusta pasar trabajo. Un minuto, diez, me duele la cinta de lona y esto ni siquiera dispara, aprieto el gatillo y está tan duro que ni se entera. El de los reyes y mi padre no cesaban de hablar y reírse pero a través del cristal parecían mi televisor en blanco y negro que se le iba la voz y había que darle unos golpes por el lado. Esto no dispara, pero aquí tiene otra palanquita, casi me corto un dedo tratándole de dar, hacía como para moverse y de hecho debería moverse porque tenía como tres posiciones con letricas de los rusos de esas que no se entienden, pero no era de extrañarse que no se entendieran si en la tele en todos los programas, los dibujos y las clases de ruso tampoco se les entendía nada, que si tovarich que si dá que si karandach que si papierosa, este fusil era una mierda porque como las pelis y los muñes estaba en ruso y además no tenia letricas abajo en español como algunas películas, estaba en ruso total. Tenia otra palanquita mas pequeña, tampoco, se desplazaba un poco pero no hacia nada, porque un fusil tiene tantas palancas es casi como un carro aunque las palancas del carro de mi papá yo si sabían para que era cada una pero el carro era una basura de carro porque si me sentaba solo no veía nada hacia adelante o tocaba los pedales que también sabían para que eran o me paraba y miraba por el cristal ¿habrían carros sin pedales? Así yo manejaría sin necesidad de sentarme en el asiento que me tragaba y no me dejaba ver hacia adelante. Otra palanquita esta mas diminuta aun, a esta le voy a dar con mucha fuerza, mucha fuerza. ¡Click ¡Esta si dio! Se cayó una pieza grande al piso, rebotó, mi padre y el de los reyes salieron corriendo hacia mi, yo me agaché o lo intenté pero el maldito fusil inútil torpe y pesado me lo impidió, estiré la mano lo más que pude, aquello de hierro con cosas doradas que después supe eran las balas siguió rebotando, una idea me vino a la mente y como esas ideas que tu no quieres que vengan pero vienen y para colmo parecen que dominan las cosas como una especie de telequinesis involuntaria, se me repetía dentro de mí- que no se caiga la maldita pieza al agua del río- mi padre y el de los reyes corriendo hacia mi, como si los 6 metros fuesen seis kilómetros, como suspendidos en el aire, aquella cosa dando un segundo salto con voltereta incluida, pero a pesar de ser de hierro tan ligera como un globo de helio, el borde del muro que sonriente se acortaba aun mas, venia hacia mi como queriendo castigarme por no haberme caído antes sobre el, mi padre llegando, reyes intentando coger la maldita pieza y se le escapaba al agua, todo a la normalidad, mi padre a mi lado reyes mirando al rió como queriendo ver a través del agua y yo preguntando si habían mas piezas de esas.
-has desarmado el fusil- dijo mi padre con una sonrisa-¿y ahora que haces si viene el enemigo? se me hizo un nudo en la garganta, quería llorar pero reyes se estaba riendo tanto que quizás se reiría mas si yo llorara y eso me haría llorar más y a su vez el se reiría más y así. ¿Que es el enemigo? pregunté cuando el nudo me dejó salir como de limosna algunas silabas- los que vienen, los del norte-me sentía horriblemente mal, nunca más vendría con mi papá a una guardia. Quizás el enemigo pasara por mi culpa, le cogieramos miedo, nadie tuviera el noveno grado y mucho menos donarían sangre, quizás para donar sangre había que tener noveno grado, o no tener miedo o no dejarlos que pasen o para no dejarlos que pasen había o no que tener noveno grado o no dejarlos que pasen pero no tener miedo y como no tener miedo si había que donar sangre y eso lo hacían con una aguja que seguramente dolía??? Esto, lo que fuera, pedía mucho.
Ya reyes con un hilo y un imán había recuperado el “cargador” así le llamaban- esto pasa a menudo-decía- sobre todo por trabajar a la orilla de un río las cosas tienen que caerse-había visto un cartel dibujado en una pared muy grande de un tipo con un fusil y una boina con una estrella, ¡¡esto no se caerá jamás!!,rezaban las letras rojas gigantes y a mi se me había caído, reyes me acaricio la cabeza entre risas, yo empecé a llorar, llore todo lo que pude, llore hasta que veía a través, de vidrios gordos que deformaban todas las imágenes formados por las lagrimas-no llores¿ porque lloras?-llore mas aun, me daban ganas de llorar el llorar sin motivos, sin respuestas- ven dame el fusil que te pesa mucho-lo apreté contra mi-esto no se caerá jamás-reyes se rió – a cualquiera se le cae algo pal río- pero a mi no, pensé, sentí que me quitaban la pesada cinta de lona que ya me estaba quemando el cuello era mi papá, a el si se lo di porque si el hace algo, bien hecho está y nunca se equivoca pero no dejaba de llorar, ahora en silencio solo con el maldito río de lagrimas empañando todas las vistas posibles- aquí van las balas- Mi padre con un dedo las fue tirando una a una al río como si encendiera un mechero, un movimiento de pulgar y cada bala dorada se salía de su mágico alojamiento hacia el río directamente, miré asombrado la escena ¡porque las tiras? Dije como si fueran mías aunque ya casi lo sentía- se han mojado ahora ponemos otras -ven -me llevo a un cuarto, habían muchas cajas, llenas de balas todo un tesoro dorado, hermosas, estas si relucían, me regalo una y la guarde en el bolsillo, pinchaba un poco pero quizás pudiera cambiarla por cinco o seis bolas o algún soldado de plomo, la bala era hermosa pero no se a que jugar con ella y además pesaba un poco también, todo pesaba en la guerra, todo.
-Quédate un ratico mas de guardia_ me sentí mucho mejor aunque me quemaba la cinta del fusil al ponérmelo de nuevo en el cuello ¿y si viene el enemigo?-le disparas sin preguntar- mire el fusil una vez más, la culata apoyada al piso el cañón hacia arriba, ojala que viniera el enemigo, le dispararía sin pensarlo, en lo que mi padre y reyes salieran de la oficina de los cristales y llegaran aquí ya me los hubiera cargado ¡a todo el enemigo! pero ojalá que vengan en avión porque si vienen en barco ¿ como les apunto sin levantar el fusil del piso ¿ habrá fusiles para niños? Que vengan, que vengan en avión señores imperialistas no les tenemos no se que cosa ningún miedo, a donar sangre y a tener el noveno grado y a que no pasen y a no tener miedo o algo así -ya nos vamos, se acabo la guardia- entregué con pena y dolor el fusil, se lo colgó al cuello otro de los dos nuevos que habían llegado, mi papá me cogió de la mano y ya nos íbamos, los dos nuevos conversaban entre si, pero conversaban mucho, si el enemigo venia los iba a coger conversando y riendo, ¿¿es que estos no tienen hijos?? ¿Y si pasan? -¿papá? ¿Por qué yo no puedo con el fusil?- porque comes poquito. Cuando llegue a casa voy a comer mucho, aunque no me guste, voy a comer mucho.
yoyi 1976
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Vivo frente a un río, un río grande a mi manera de ver y turbio como el solo, aun quizás, viven peces y algunos borrachos de alcohol o de sueños, siempre borrachos, siempre perdidos por la misma droga de los diferentes nombres. Quizás me hubiera gustado ser un niño de carrusel, o de pequeños coches de colores con ruedas intercambiables, o de juegos de detectives, misterios, mamás y papás pero no. Ese día salí con mi padre. Era domingo y el tenía guardia en la unidad de guardafronteras. Desde que amaneció estuve dándole la perreta para que me llevara con el, siempre quería ir con el a todos lados, mi papá era el mas grande, siempre fue el mas grande, yo quería andar con el, ver cosas y que me las explicara, siempre lo sabía todo y como todos los papás, era único.
Por la calle rumbo a donde íbamos a escasas manzanas de nuestro destino que era la desembocadura del río, iba leyendo los carteles. “No pasarán””batalla por el noveno grado””aquí nadie tiene miedo””todos a donar sangre”. Yo los leía en alta voz, a voz en cuello, sabía que no era nada malo leer esos carteles en alta voz porque constantemente los repetían por todas partes visibles o sea que estaba permitido, leía uno y otro esperando que mi padre al igual que mi abuela me dijera – que bien lees ya, creo que había aprendido muy rápido, pero mi padre solo miraba, sonreía y ponía la vista al frente, creo que quizás sabía lo que hacia, evitar que después del –que bien lees- viniera el -¿a que hay que no tenerle miedo?¿quienes no pasarán?¿puedo yo tener el noveno grado?¿que es donar sangre?¿eso duele? Mi padre apuraba el paso, es posible que no tuviera tiempo aunque fueran solo dos manzanas o tres, quizás quería escapar de responderme, de repetir o tal vez tenia miedo de que yo era demasiado joven para decir consignas políticas escritas en cuanto muro plano se prostituyera por la fuerza de un brocha destrozada y una pintura de calidad dudosa que se caía a la mas mínima lluvia y dejaba los muros impolutos otra vez.
Ya habíamos llegado, todos vestían de verde y hablaban cosas de hombres, se cuidaban de no decir malas palabras en mi presencia, alguno que otro se le iba una y mi padre le hacia un psss y le señalaba hacia mi. Yo no me interesaba mucho. Pero había peces en el río al borde del muro. No sabía nadar. Mi papá hablaba cosas de hombres pero no dejaba de mirarme y me decía que me alejar del borde, que me podía caer y yo mirando e intentando contar los peces algunos grises, otros dorados pero de bronce desteñido, algunos con pintas azules metálicas o rojas, el petróleo se extendía por el río y formaba un hermoso arco iris en la superficie, era un mar de colores, pensaba que deberían echarle petróleo a todos los ríos para que fueran así de coloridos –aléjate de la orilla que te vas a caer y si no te veo te ahogas- Seguí caminando por el borde del muro hasta que tope con algo verde, era un negro, verde, con cara de trabajar un domingo, eso lo pienso ahora. Mi padre llego hasta el y le quitó el fusil – vete a casa cuevas, saluda a tu familia de mi parte ya me quedo yo- no entendí si se llamaba cuevas o si es que vivía en una cueva, esa pregunta me la callé por un rato, estuvo muchos minutos dándome vuelta en la cabeza ¿y si vivía en una cueva? ¡Porque no venia a vivir a nuestra casa que era de cemento como la mayoría de las casas! Le vi alejarse, caminando se iba quitando el negro, la camisa verde, tenia una camiseta blanca con el cuello estirado que casi parecía un vestido de mujer –eso es por vivir en cuevas pensé yo- apunte sugerírselo a mi padre que se vinieran a vivir con nosotros, el y su familia y lo hice- ¿Quién cuevas?- ah! Es que se llamaba cuevas mi padre empezó a reírse y yo al borde del muro a seguir mirando los peces, mi padre no sabía que hacer, había yo empezado en la escuela en ese año pero era domingo y tenía que llevarme, ya bastante tenia mi mamá con hacer las cosas de la casa y tener al pesado de mi hermano(aun es pesado)- aléjate del borde del muro- mas peces, mas colores, a medida que iba subiendo el sol mas peces, mas colores, sentí una cinta en mi cuello un peso enorme algo muy frío en mis rodillas- ¡ahí tienes!- estás de guardia, no te puedes acercar al borde del muro, mi padre y su compañero se enfrascaron en acortarle la cinta de lona del AKM 47 me seguía llegando por las rodillas- estas de guardia-no te puedes mover ni hacer nada de nada solo estar de guardia- agarré el fusil pero apenas podía levantarlo del suelo, menos mal que la rallada culata de madera barata se apoyaba al piso ¿no tendrían un fusil mas pequeño?¿quizás uno de juguete?- esto es serio- hay que hacer guardia con uno de verdad, se reía mi padre y su otro compañero, -uno de verdad- me dije uno de verdad- claro que era un fusil de verdad, quizás el que no era de verdad era yo y por eso no podía ni levantarlo del suelo. Mi padre y su compañero que mas tarde supe que se llamaba reyes, (hubiera estado mal que uno viviera en cuevas y el otro con reyes, me alegré de vivir en una casa de cemento como casi todas) Se sentaron en la oficina acristalada desde donde me veían perfectamente, yo me quedé parado, anclado podría decirse lejos de todos los peligros, sin moverme, ahí les veía mover la boca y así sabía que estaban hablando y riéndose pero no dejaban de vigilarme- no tengo ropa verde- me entristecí y se me acabo la ilusión, si al menos hubiera otro niño con un Akm podríamos jugar, había visto en muchos lugares gente vestida de verde con AKM sin moverse y yo no debería moverme ¿Por qué no se movían? es que acaso sus padres los vigilaban o es por el peso del fusil ¿ por qué es de hierro?¿los que tengo en casa de madera que me hizo mi abuelo no pesan tanto, es que a los grandes les gusta pasar trabajo. Un minuto, diez, me duele la cinta de lona y esto ni siquiera dispara, aprieto el gatillo y está tan duro que ni se entera. El de los reyes y mi padre no cesaban de hablar y reírse pero a través del cristal parecían mi televisor en blanco y negro que se le iba la voz y había que darle unos golpes por el lado. Esto no dispara, pero aquí tiene otra palanquita, casi me corto un dedo tratándole de dar, hacía como para moverse y de hecho debería moverse porque tenía como tres posiciones con letricas de los rusos de esas que no se entienden, pero no era de extrañarse que no se entendieran si en la tele en todos los programas, los dibujos y las clases de ruso tampoco se les entendía nada, que si tovarich que si dá que si karandach que si papierosa, este fusil era una mierda porque como las pelis y los muñes estaba en ruso y además no tenia letricas abajo en español como algunas películas, estaba en ruso total. Tenia otra palanquita mas pequeña, tampoco, se desplazaba un poco pero no hacia nada, porque un fusil tiene tantas palancas es casi como un carro aunque las palancas del carro de mi papá yo si sabían para que era cada una pero el carro era una basura de carro porque si me sentaba solo no veía nada hacia adelante o tocaba los pedales que también sabían para que eran o me paraba y miraba por el cristal ¿habrían carros sin pedales? Así yo manejaría sin necesidad de sentarme en el asiento que me tragaba y no me dejaba ver hacia adelante. Otra palanquita esta mas diminuta aun, a esta le voy a dar con mucha fuerza, mucha fuerza. ¡Click ¡Esta si dio! Se cayó una pieza grande al piso, rebotó, mi padre y el de los reyes salieron corriendo hacia mi, yo me agaché o lo intenté pero el maldito fusil inútil torpe y pesado me lo impidió, estiré la mano lo más que pude, aquello de hierro con cosas doradas que después supe eran las balas siguió rebotando, una idea me vino a la mente y como esas ideas que tu no quieres que vengan pero vienen y para colmo parecen que dominan las cosas como una especie de telequinesis involuntaria, se me repetía dentro de mí- que no se caiga la maldita pieza al agua del río- mi padre y el de los reyes corriendo hacia mi, como si los 6 metros fuesen seis kilómetros, como suspendidos en el aire, aquella cosa dando un segundo salto con voltereta incluida, pero a pesar de ser de hierro tan ligera como un globo de helio, el borde del muro que sonriente se acortaba aun mas, venia hacia mi como queriendo castigarme por no haberme caído antes sobre el, mi padre llegando, reyes intentando coger la maldita pieza y se le escapaba al agua, todo a la normalidad, mi padre a mi lado reyes mirando al rió como queriendo ver a través del agua y yo preguntando si habían mas piezas de esas.
-has desarmado el fusil- dijo mi padre con una sonrisa-¿y ahora que haces si viene el enemigo? se me hizo un nudo en la garganta, quería llorar pero reyes se estaba riendo tanto que quizás se reiría mas si yo llorara y eso me haría llorar más y a su vez el se reiría más y así. ¿Que es el enemigo? pregunté cuando el nudo me dejó salir como de limosna algunas silabas- los que vienen, los del norte-me sentía horriblemente mal, nunca más vendría con mi papá a una guardia. Quizás el enemigo pasara por mi culpa, le cogieramos miedo, nadie tuviera el noveno grado y mucho menos donarían sangre, quizás para donar sangre había que tener noveno grado, o no tener miedo o no dejarlos que pasen o para no dejarlos que pasen había o no que tener noveno grado o no dejarlos que pasen pero no tener miedo y como no tener miedo si había que donar sangre y eso lo hacían con una aguja que seguramente dolía??? Esto, lo que fuera, pedía mucho.
Ya reyes con un hilo y un imán había recuperado el “cargador” así le llamaban- esto pasa a menudo-decía- sobre todo por trabajar a la orilla de un río las cosas tienen que caerse-había visto un cartel dibujado en una pared muy grande de un tipo con un fusil y una boina con una estrella, ¡¡esto no se caerá jamás!!,rezaban las letras rojas gigantes y a mi se me había caído, reyes me acaricio la cabeza entre risas, yo empecé a llorar, llore todo lo que pude, llore hasta que veía a través, de vidrios gordos que deformaban todas las imágenes formados por las lagrimas-no llores¿ porque lloras?-llore mas aun, me daban ganas de llorar el llorar sin motivos, sin respuestas- ven dame el fusil que te pesa mucho-lo apreté contra mi-esto no se caerá jamás-reyes se rió – a cualquiera se le cae algo pal río- pero a mi no, pensé, sentí que me quitaban la pesada cinta de lona que ya me estaba quemando el cuello era mi papá, a el si se lo di porque si el hace algo, bien hecho está y nunca se equivoca pero no dejaba de llorar, ahora en silencio solo con el maldito río de lagrimas empañando todas las vistas posibles- aquí van las balas- Mi padre con un dedo las fue tirando una a una al río como si encendiera un mechero, un movimiento de pulgar y cada bala dorada se salía de su mágico alojamiento hacia el río directamente, miré asombrado la escena ¡porque las tiras? Dije como si fueran mías aunque ya casi lo sentía- se han mojado ahora ponemos otras -ven -me llevo a un cuarto, habían muchas cajas, llenas de balas todo un tesoro dorado, hermosas, estas si relucían, me regalo una y la guarde en el bolsillo, pinchaba un poco pero quizás pudiera cambiarla por cinco o seis bolas o algún soldado de plomo, la bala era hermosa pero no se a que jugar con ella y además pesaba un poco también, todo pesaba en la guerra, todo.
-Quédate un ratico mas de guardia_ me sentí mucho mejor aunque me quemaba la cinta del fusil al ponérmelo de nuevo en el cuello ¿y si viene el enemigo?-le disparas sin preguntar- mire el fusil una vez más, la culata apoyada al piso el cañón hacia arriba, ojala que viniera el enemigo, le dispararía sin pensarlo, en lo que mi padre y reyes salieran de la oficina de los cristales y llegaran aquí ya me los hubiera cargado ¡a todo el enemigo! pero ojalá que vengan en avión porque si vienen en barco ¿ como les apunto sin levantar el fusil del piso ¿ habrá fusiles para niños? Que vengan, que vengan en avión señores imperialistas no les tenemos no se que cosa ningún miedo, a donar sangre y a tener el noveno grado y a que no pasen y a no tener miedo o algo así -ya nos vamos, se acabo la guardia- entregué con pena y dolor el fusil, se lo colgó al cuello otro de los dos nuevos que habían llegado, mi papá me cogió de la mano y ya nos íbamos, los dos nuevos conversaban entre si, pero conversaban mucho, si el enemigo venia los iba a coger conversando y riendo, ¿¿es que estos no tienen hijos?? ¿Y si pasan? -¿papá? ¿Por qué yo no puedo con el fusil?- porque comes poquito. Cuando llegue a casa voy a comer mucho, aunque no me guste, voy a comer mucho.
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