sábado, 5 de enero de 2008

Josef regresa a la terra (Capitulo 6)


Llevaba bastante tiempo sentado en el contén. No hablo de horas, hablo de meses. Josef no hacía más que meditar y el tiempo se escurría como quien espera no esperar nada. Había entablado una especie de amistad con la gente del barrio que nunca tuvo y tampoco nunca supo porque le caía bien a la gente. Cabe la remota posibilidad de que como solo era un observador pasivo del comportamiento humano no molestara a nadie con esta actitud e incluso fuera interesante. Había gente normal, gente jodida, agresiva, borracha, noble, deshonestas. Había de todo en ese pequeño barrio. Vio en esos pocos meses como los niños crecían a una velocidad pasmosa antes sus ojos. Experimentó como les salían canas a los jóvenes y mas arrugas a los viejos. Todo esto en pocos meses pero lo que mas le impresionó es que todo el mundo estaba luchando, luchando por su vida e incluso por la de los otros que dependían de los primeros. En el pequeño barrio del Vedado cerca del malecón Habanero no paraba la actividad nunca. Era como una fabrica de sueños las 24 horas del día donde nunca se cumplían ni remotamente las metas pero no cesaba la energía e incluso la materia prima más difícil en esos casos que era la esperanza. Josef no necesitaba nada de esto, malo que bueno estuvo muchos años metido en el agua luchando pero no había conseguido mas que para la comida diaria y ayudar un poco a la madre que ahora le daba comida, mala que buena diaria y no le pedía nada a cambio. Madre de Josef se buscaba la vida trabajando en un lugar donde le dejaban llevarse una pequeña ración de comida diaria para su casa. Pero un día Josef se asustó, se asustó mucho. Una mañana fría de enero cuando fue a poner su cuerpo junto al poste de siempre, en el contén de la acera de cada día, se asustó mucho, dio un brinco. Se dio cuenta y aun no se sabe que razón lo llevó a ello, que el mundo giraba.
Arrancó como un loco a correr y sus pasos lo llevaron a donde único sabía ir, a la costa del malecón. Llegó hasta el muro que separa la piel de la ciudad del inmenso planeta donde estaba asentada y miró donde único sabía mirar; al mar.
Mirar al mar le producía miedo. A pesar de ser casi un pez y haber vivido la mayor parte de su vida metido en el le aborrecía volver, pero a ratos pensaba que era un inútil terrestre. Que no sabía hacer nada para sobrevivir en la tierra, que apenas tenía paciencia para mantener una conversación y que generalmente los animales terrestres y los humanos le causaban repulsión en lo más profundo de si mismo. Todo lo que se moviera aplastado contra una superficie por la fuerza de gravedad no era de su mundo y era hasta hace un tiempo un poco agresivo incluso. Pero había que vivir en este mundo. Maldijo en silencio no ser delfín como siempre soñó y tener que andar a dos piernas, pero recordó de donde venía, madre también se lo recordaba de vez en cuando. -Ya eres un hombre Josef- decía de vez en cuando cada vez que lo veía con la mirada perdida en el baile de unas medusas imaginarias. Josef estaba un poco perdido y lo reconocía ahí, en su lugar de siempre. En la costa de La Habana.
De pronto se fue volviendo. Escuchó unas voces femeninas que venían de la calle. Vio unas muchachas que estaban en el malecón esperando por algún carro que las llevara. Quizás a su trabajo, quizás a sus escuelas. Tenían una risa contagiosa y lo miraban como si fuera un pequeño animalito escapado de su casa. Exactamente como lo que era. Recordó que hace años tuvo algo parecido a una novia. Alguien que a pesar de no entender ese tipo de relación humana o psicología le alegraba el día y le daba sensaciones raras pero agradables. Recordó que se había hecho fanático de un granito de arena que pululaba siempre por los muslos de una chica. Miró más allá de las muchachas. Vio que había calles, que había vida fuera del agua. Que había más gente que en su barrio, más ruido, luces, voces. Caminó un poco más. Se deleitó con cada espécimen que pasaba por su lado menos cuando lo miraban a el que cambiaba la vista inmediatamente para no ser hostil. Había más vida en la tierra, sin dudas había más vida.
Emprendió una solitaria caminata por el malecón. El día poco a poco iba secando los charcos de rocío o lluvia de la noche como si el sol necesitara de ello para seguir su camino. A veces los pescadores del muro dejaban restos de pescado y al olerlos Josef se alejaba casi hasta la calle y los esquivaba. No quería saber nada del pescado, nada de su anterior vida. Le costaba trabajo andar, lo suyo era aletear. Era difícil acostumbrarse a este nuevo método de locomoción. A sus pies se iba abriendo una Ciudad. Una Ciudad noble que lo recibía como madre recibe a sus hijos aunque se vayan, aunque vivan lejos, aunque se mueran en el mar. La ilustre Ciudad lo dejaba arrastrar sus pies como si nunca se hubiera ausentado, es mas, lo absorbía, le daba la bienvenida. Josef se alegró un poquito. Tenía una tierra llena de gente a su disposición, quizás tendría alguna esperanza de ganarse la vida como terrícola, como un terrestre, como un Habanero normal común y corriente. Se abría una nueva etapa. Había que aprender cosas nuevas. Había que empezar de nuevo. Había que vivir dentro de la ciudad de la grandiosa Ciudad de La Habana, y sobrevivir a ello.

3 comentarios:

  1. Lo de irse a vivir dentro de la ciudad no creo que le sea difícil. "Sobrevivir" sería la gran pregunta, aunque creo que con sus poderes, quizá no le resulte tan traumático. Entonces, cuando conozca la ciudad desde adentro, seguro contrata a alguien para que escriba "otra" Biblia...
    Saludos, Yoyo!

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  2. Hola!,

    estuve buscando una publicidad y me quedé una hora viendo tus videos...
    El de tu hijita en la playa, qué belleza.
    Pensé el la última imagen, ese retoño. Y creo que es bueno, eso de volver a la tierra...y plantar en la memoria de la pequeñita eso que seguramente mamaste de niño. Un océano que se hereda y se da en herencia, los temores que se espantan... y una familia que está conteniendo.

    Simplemente, desde Buenos Aires, un saludo y que continues con estas hermosas producciones. En videos ...y en la vida.

    Un abrazo!

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  3. Gracias por visitarme.
    Que tengan un lindo tiempo!
    Ferip.

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