Paso 18 horas al día manejando, conduciendo. Este día trato de no pensar. Pensar puede doler. Por todas partes el mundo que me rodea me recuerda que hoy es un día de pensar en los papás. En la radio un pequeño dice que le regaló a su papá un vaso pintado por el, para poner lápices. Imagino que algo tan simple como eso puede ser el objeto mas valioso del mundo en su momento. Espero que el día pase pronto.
Por la televisión más de lo mismo, quizás el objetivo de impulsar al consumismo hace que esté también en todos los carteles y publicidades con las que me tropiece. El día no pasa, está detenido, tengo que concentrarme aunque por suerte hoy no hay casi tráfico.
Hasta que al final me dejo llevar. Tengo que pensar en mi papá.
¿Que le regalaría en un día como hoy?
No me gustan las celebraciones, paso de ellas, se me olvidan, pero quizás los años y las horas a solas con el pensamiento me recalquen este tipo de cosas.
¿Que le regalaría?
Hay un autobús estacionado a la derecha de la calle por donde yo voy. Mi padre me dijo cuando me enseñó a manejar que apenas llegaba yo a los pedales de su Jeep Toyota del 1954, que cuando rebasara una guagua, parara, porque la gente suele bajarse de las guaguas y cruzar por delante de estas de pronto. Aminoré hasta parar, nadie salió pero si hubiera salido hubiera estado seguro porque mi padre me enseñó eso y yo le hago caso a veces.
Ese es su regalo.
Lo escucho y tomo todo lo bueno que me enseñó, lo pongo en práctica y me lleva por la vida con menos tropiezos de los que me tocarían. Llegando a la casa me acuerdo que tengo una carta de él que nunca he leído. No he tenido valor en diez años que llevo emigrado de abrirla. Me fui de Cuba sin despedirme. Mi pobre padre era un ciego defensor del sistema cubano, yo era el hijo maldito, terrible, contestón, zoquete, desafiante, disidente, contestatario, rebelde.
Traidor por abandonar Cuba.
Cuando enfermó pedí el permiso de entrada a Cuba ¡Si! para los que no lo sepan, yo cubano tenía que pedir un permiso de entrada a Cuba y pagarlo por supuesto. 4 meses tardó entre varias denegaciones hasta que mi padre un día caluroso de La Habana murió quejándose de frío. No llegué a tiempo, no lo pude ver para al menos decirle que me iba regularmente bien. Que aquí en España aunque era capitalista la gente no se moría en las calles por falta de atención médica como siempre me recalcaba. Que también había educación gratis y que la gente vivía de su trabajo. Que era un sitio donde se llevaba una vida normal y tantas cosas que contarle. Tenía cientos de periódicos españoles para leerle las cosas de aquí, pero no llegué a tiempo. Mis amigos del barrio cargaron con el, lo llevaron por mi. Igor, Rivas...Gracias.
Y esa carta que no he abierto. La voy a abrir ahora pase lo que pase. Para bien o mal tengo que leer, oír sus palabras. Dígame lo que me diga. Así me insulte con sus párrafos políticos absurdos. La encontré, está guardada dentro de un libro, viene en un sobre de cartón donde mismo le pagaban su jubilación. Con su letra zurda pone de el y de mi madre pero esta carta la escribió solo él. es su letra, son sus palabras.
Querido hijo mío:
Me siento orgulloso de tí.
Ya que se como te desenvuelve en tu nueva situación, se que estas trabajando duro y que el tiempo no te alcanza, estaré tranquilo porque se que tu tienes don de gente y eres como el "alka-seltser" que siempre cae bien pero con todo y eso quisiera tenerte aquí "coño" te extraño, extraño, extraño MUCHO.
¿Quien me arregla el reloj? (Está roto)
" " " " las cuchillas de afeitar.
¿con quien me peleo?
¿ " " aprendo de mecánica o me presta un libro?
Después sigo..........................
coño yoyi, me aflojaste las tuercas y ahora no puedo parar...
ResponderEliminarviste que no podia ser malo?