Cuando le comenté que me gustaría contar esta historia hizo el gesto con los hombros como que le importaba lo mismo que el caso de la lewinsky. A los pocos días recibí una llamada de su número, pero era Diana. La conversación fue más o menos así.
- que volá fanbáa
- soy Diana
- dime niña, como están.
- Mal, Julián (el fanbás) no sale de si mismo.
- ¿Que pasa?
- A veces se pasa días y no habla, desde que llegó por suerte o desgracia le consiguieron trabajo aquí en el mismo edifico donde vivimos, como una especie de mantenimiento y limpieza y le va bien pero…….
- ¿Pero?
- No sale a la calle, tiene miedo.
- ¿………..?
- Cada vez que ve algo lo compara con cuba, si ve un pájaro dice, mira un gorrión como el de cuba, si una flor lo mismo, si un edificio igual, si toma una cerveza le sabe a bucanero, si ve a alguien un poco quemao dice, ese parece un cubano. No sale de ahí y por supuesto, no sale de Cuba. No se ha ido aun.
- Creo que se lo que es eso.
- Le da gracia hasta si ve algún edificio medio roto dice como en la habana vieja y comprenderás como estoy, yo hice lo posible porque viniera para que echáramos palante juntos y nos va bien pero su mirada esta en el otro lado.
- Creo que eso solo lo arregla el tiempo, acaba de llegar como aquel que dice.
- Pero es que el otro día cuando te vio, sonrió un poquito, como antes y por eso te llamo.
- ¿Y que hago?
- Quizás tu pudieras sacarlo un poquito, aquí cerca, aunque sea al bar de abajo, que vea a la gente, que hable, no sé, que empiece a estar aquí.
- ¿mañana trabaja?
- No; los sábados no.
- Mañana voy pallá.
- Gracias.
- Ná, vas a ver que se le pasa con el tiempo, yo no podré hacer nada.
- Bueno, gracias de todas formas.
Pudiera decir como superman, esto es una trabajo para superyoyi pero me dije todo lo contrario y es porque soy pesimista por naturaleza. El problema del fanbas era casi el mismo que el de todos y gracias a no se que, como no tenía a quien contárselo no afectaba a nadie. Pero no estaría de mas recordar un poco los viejos tiempos y ver si nos tomábamos una, como siempre decíamos pero acabábamos en mil y a las 15 de la mañana.
El sábado me levanté temprano y arranqué mi cacharrito. Un peugeot 205 diesel que renqueaba como un aparato de perforar calles. Me fui a buscarle. Me aparecí en la puerta y esperé un rato al tocar. El rato fueron casi 30 minutos ¿Qué hago aquí? Me preguntaba una y otra vez. No va a querer salir conmigo. Bueno, será como una visita. Los veo y me voy y ya está.
Me abrieron, Diana hizo como si nunca hubiera hablado conmigo. Eran ya como las diez de la mañana de un buen día y entré. Metí un grito como si estuviera en el cuarto de compresores de las neveras de la empresa de pesca. No me contestó –pasa, pasa – Decía Diana señalándome la entrada de uno de los cuartos del pequeño apartamento. Entré con sigilo quizás estaba durmiendo pero estaba acostado mirando al techo con los ojos perdidos. Seguí gritando a ver si volvía de donde quiera que estuviese.
- ¡ Pero este negro no se va a levantar hoy?
- ¿Que volá? – Dijo entonando con mucho trabajo los ojos hacia mi como si fueran dos globos terráqueos lo que se estaba moviendo.
- ¿ven acá tu no te vas a desayunar unas cervezas conmigo hoy?
Se levantó poco a poco, estaba con ropa, solo le faltaban zapatos que se los puso inmediatamente. Se fue a la cocina y abrió el refrigerador, sacó un litro de cerveza. Diana le dijo que iba a limpiar un poco la casa que si era posible que nos la tomáramos en la calle. El fanbas cogió el cubo de limpiar y la escoba y empezó a ponerse manos a la obra. Diana se lo quitó de las manos con mucho cariño. Es tu día de descanso- le dijo entre mimos –además tienes visita, baja con el yoyi y tomate una cerveza en lo que yo acabo esto – lo acompañó hasta la puerta entre miradas cómplices conmigo que yo bajaba la cabeza, era una situación rara. Rara para un sábado por la mañana.
- ¿y si lo hacemos entre los dos rápido y bajamos todos?
- ¡que no! Ven ahorita que te voy a hacer un almuerzo rico.
El fanbas se dió por vencido, salió delante de mi como quien va a algo obligado. Sentí que le estaba jodiendo el día. Bajó las escaleras como si contara los escalones y yo recondenándome por saber lo que el sentía, lo que pensaba y hasta un poco jodido por comprenderlo. Pero cuando hay alguien que vive contigo o por ti ya las cosas son distintas. Ya no te puedes abandonar si alguien te espera.
El pasamano de la escalera era de metal y estaba oxidado, quizás un día tuvo pintura, lo sé. Pero era un edificio bastante viejo de la calle San Bernardo de Madrid. La escalera chirriaba porque sus escalones eran de madera también gastada por miles de tacones en su ir y venir diario, me recordaba el chirrido que ponían en las aventuras de piratas que según los sonidistas hacía el barco. Quizás si. Si el piso del barco era de madera claro que chirriarían como estos escalones, entonces supe que los sonidistas de las aventuras de las siete y media estaban en lo cierto. Los barcos piratas sonaban así.
Me le adelanté al fanbas y seguí por la acera, el se paró un rato cuando vio que abrí la puerta del carro como dudando si era bueno o malo, como si tuviera unos últimos segundos para defenderse y decir que no. Parecía una pausa en su vida. Quizás si hubiéramos mirado los relojes en ese momento se habrían detenido por unos segundos y por eso hoy el año nuevo nos ha llegado unos segundos mas tarde. Por culpa del fanbas. Empezó a moverse de nuevo la tierra. Dio los pasos que faltaban hasta el carro, se sentó adentro y le dije que se pusiera el cinturón -¿pa que?- porque ponen multas. Se lo puso, cogió aire mirando a todos lados -¿pa donde vamos?- dijo como restándole importancia a su arresto amistoso –pa la mata e los mojones, yo los tumbo y tu los comes- de pronto pareció como si le hubieran conectado a la electricidad y hubiera estado tiempo descargado. Como ese juguete que encuentras limpiando la casa y era de pilas y entonces dices ¡coñó! A ver si esto aun funciona y le quitas las pilas a otra cosa pero sabes que aun le queda algo de carga, entonces al ponerlo el juguete sea lo que sea se mueve un poquito con el último halito de esas pilas que costaron tan caras y que no habrá más. Ese carrito que ligeramente movió las ruedas o el perro de tu hermana que donde decía made in china era donde se le ponían las pilas porque eran juguetes de los ochenta de cuando los reyes bodegueros donde te daban el turno de básico, no básico y dirigido. El fanbas se movió así un poco con la ultima carga, pero como era en camara lenta me dio tiempo a sumarme a su acción y gritar con el, el final del juego.
- ¡¡YO A POQUITO Y TÚ A MONTONES!!
Mejoró la cosa. Yo dejé de sentirme mal y el se acomodó en el asiento como si fuéramos a dar un largo viaje. Paré en la primera terraza donde vi que había algún restauran abierto, me senté en una mesa y pedí un par de cervezas, de paso desayunamos una buena ración de chorizos de pueblo en salsa de vino. Nos la comimos con gusto sin apenas hablar. El fanbas rompió el hielo.
- esos árboles yo creo que los hay en cuba.
- Tienes a…..
- ¿A Diana? Si, se que la tengo jodida. Imagino que ella te habrá llamado, la pobre no sabe que hacer. ¡Ay cojones! Que buena es.
- Si, me llamó. Está preocupada. Dice que no has salido de cuba y yo creo que es verdad
- Es verdad
- ¿Y entonces que cojones vas a hacer?
- Salir…un día…irme.
- ¿Y mientras?
- Estaré como todos, como tu. Dando cabezazos por ahí hasta encontrar un hueco por donde me vaya, por donde venga.
- ¿Te puedo ayudar en algo?
- Lo he estado pensando. Si es por mi, me da igual quedarme como estoy. Pero quiero estar con Diana y que ella esté feliz como se merece. Nunca he estado mas seguro de que tengo la persona mejor del mundo a mi lado como ahora. Me siento como una mierda por hacerle esto pero no se me da bien ser hipócrita o mentiroso. Si estoy jodido estoy jodido me duele mucho. Pero ella lo está pagando y es por mi culpa y esto me hace agobiarme más aun. En esta historia yo soy el que no funciona bien. Quiero arreglarme, quiero arreglarme pero es como mandar algo a un consolidado, espera meses y meses y si tienes suerte llegaran las piezas y te saldrá bien, si no estás jodido y no te puedes comprar otra cosa.
- ¿Tus piezas están en Cuba verdad?
- Si
- Pistones de volga, caja de waz, carburador de lada, diferencial de ambulancia……….
Se volvió a reír como antes. Pero se apagó como se gastan las baterías usadas una y otra vez en la walkman que le compraste al marinero que de día las pones en tu viejo juguete que le dejas a tu sobrino y es una moto de policía que dice police y tu sobrino pregunta porque está mal escrito.
- que cojones podemos hacer fanbas.
- No sé….yo creo que con el tiempo… quizás si las cosas no me recordaran todo momento a Cuba ¡Yo me quiero ir cojones! ¡quiero estar aquí!
Las personas que estaban alrededor nos estaban mirando. El fanbas había subido la voz.
- ¡ya ves negro! ¡lo que has formado! Eres un conflictivo, mira como te mira la gente. Nos van a llamar a la policía, y si vienen empiezo a gritar que un negro me está asaltando para que no me lleven a mí.
El negro empezó a reírse como debe ser, desde adentro y entre risas logró balbucear algo que casi no se entendía.
- ¡coñoo! Verdad aquí la gente no suele hablar con guapería.
- Mira vamonos pal carajo, te voy a llevar a un lugar que como digas que se parece a Cuba te voy a dar una entrá de palos que no vas a servir ni pa castañar los dientes.
Nos fuimos rumbo al 205, una vez dentro el fanbas se soltó el cinturón y salió del carro otra vez –abre el capó- me dijo con autoridad. Le di a la palanca de cierre e hizo el ruido característico de soltarlo. El fanbas lo abrió en lo que yo me bajaba del carro con la curiosidad de que rayos querría este dentro del capó del carro a esta hora.
- ¿es de petróleo?
- Si
- ¿Y es bueno?
- Nunca me ha dejado botado al menos.
- Entonces es bueno
- Es una mierda, un carro que no se le rompe ná y que todas las piezas son de los mismos fabricantes de la marca, una mierda. Nunca he visto este motor por dentro ni siquiera le he apretado una tuerca este carro es una mierda.
- ¿Tú extrañas a tu Rambler?
- Y a mi Buick y a mi chevrolet y el studebaker ¿te acuerdas el que cogíamos pa correr en la autopista?
- ¿Te acuerdas de los guajiros de las villas que no nos querían pagar las apuestas?
- Candela, casi se forma una carga al machete
- Candela.
El pobre peugeot desmoralizado iba cargando con nosotros montaña arriba. Puse rumbo a la sierra de Madrid, a un lugar llamado Navacerrada. Un lugar hermoso que la naturaleza puso ahí para los madrileños. Un buen lugar para matar la nostalgia del caribe. Eso no se parecía a nada en Cuba. Las montañas estaban peladas en piedra viva por las heladas y su agresividad advertía a los viajeros que no se aventuraran en ellas sin equipos especiales. La parte nevada era como un gran manto tendido meticulosamente por dios para que reflejara la luz del sol y le diera a si mismo en la cara. Poco a poco el 205 llegó hasta la cima, no sin antes quejarse un poco. Nos bajamos del carro y aun sabiendo que nos íbamos a congelar el culo nos sentamos en unas piedras con resto de hielo. El fanbas cogió nieve en las manos y la aplastó hasta que se le salio por los dedos.
- yo………….. ya había visto la nieve.
- si, en las neveras de los barcos cabrón.
- es la misma nieve, es agua congelada, lo que aquí no hay pescado ni peste a pescado.
- como me digas que algo aquí se parece a cuba, te voy a descojonar.
- No…nada se parece, esto es Europa y estamos lejos de casa con cojones.
- Menos mal
- Pero una vez en madruga………….la temperatura bajó a cuatro grados.
Estuvimos tirándonos bolas de nieve hasta que se nos agotaron los brazos. Sudamos un montón, se me rompieron los espejuelos, me mojé los pies y después se me congelaron, tuvimos que comprar medias nuevas en las tiendas de esquí, nos jodimos la garganta de gritar y después nos fuimos. Deje al fanbas en la puerta de su casa. Se que no había arreglado nada. Que solo el tiempo podría con eso, pero al darle la mano entre risas le dije muy serio.
- bienvenido a Europa negro.
No dejó de reirse, no se le acabaron las baterías esta vez, me tiró unos golpes de boxeo que yo le respondí desde mi gordura y mi inmovilidad sedentaria. Todavía me dolía la cara de los bolazos de nieve que me había estampado el hijoeputa. Por las pasas que tenia por pelo aun le corría agua del hielo que le había incrustado. Me ha llamado este fin de año, que cuando vamos a las montañas otra vez, dice, le metí curva y me desvié, me fui al balcón porque en mi casa no hay buena cobertura, en lo que hablaba con el miré a la calle, estaba llena de basura –coñó que basurero – pensé – esto se parece a la habana.